11 de mayo de 1960
«El Holocausto se gestó y se puso
en práctica en nuestra sociedad moderna
y racional en una fase avanzada de
nuestra civilización y en un momento culminante
de nuestra cultura y, por esta razón, es un
problema de esa sociedad, de esa
civilización y de esa cultura».
Zygmunt Bauman
En la fecha emblemática del 11 de mayo de 1960, se dio el preparativo principal del juicio con el que la sociedad mundial abrió los ojos de la realidad actual, una que es encubierta permanentemente por la historia oficial. En esa fecha, se puso sobre la mesa el mal mayor de la actualidad humana: la indiferencia, que está provocando el aniquilamiento generalizado de la población, no sólo de nuestra nación, nuestra región, sino del mundo entero.
En esa fecha, fue detenido de forma clandestina, en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, el General alemán, ingeniero de profesión, Adolf Eichmann, acusado de una infinidad de delitos y quien dirigiera detrás del escritorio la ejecución de seis millones de judíos, más los gitanos, los extranjeros, disidentes, enfermos mentales, etc.
Esta detención clandestina fue realizada por personal de las autoridades secretas del gobierno de Israel, que, en esos tiempos, estaba buscando por doquier, en cualquier parte del planeta, a los generales alemanes que habían cometido el denominado «holocausto», esto es, la muerte de aproximadamente 6 millones de judíos (aunque, desde luego, hay historiadores que sostienen que no fueron tantos millones).
Siendo detenido ilegalmente, fue sustraído del territorio sudamericano para ser juzgado en Israel y, particularmente, nada menos que en Jerusalén; hecho que, precisamente porque esa es una ciudad bíblica, causó el malestar y el rechazo de la población cristiana y musulmana, pues, siendo ese lugar donde estuvo el hijo de Dios, no era permisible un juicio a la persona que pudo orquestar la muerte de tantos millones de personas (quien solamente pudo lograr tal barbarie con la tecnología, la ciencia, la burocracia y la indiferencia actual).
Evidentemente, aquél no era el lugar ideal para juzgarlo, desde lo que representa esa ciudad hasta en el sentido estrictamente jurídico, pues en ese lugar no se cometieron los delitos. No obstante, fue juzgado en 1961 y su sentencia fue ejecutada en 1962: la pena de muerte, que se cumplió con la horca.
¿Porque es tan importante ese juicio contra un general alemán? La respuesta la tienen muchos trabajos que se hicieron por ese juicio, el cual fue transmitido por televisión y radio. Dentro de los libros que nos permiten entender el sentido y la importancia de ese juicio, se encuentra Holocausto y modernidad de Zygmunt Bauman, donde se indica que, con ese juicio, se acreditó que los nazis no eran unos sujetos desquiciados de la cabeza, sino que se trataban de personas comunes y corrientes; que las acciones que provocaron ese genocidio simplemente correspondieron al cumplimiento de un deber y a la posición pasiva de la población con lo que estaba sucediendo en ese denominado: «exterminio judío».
Todos, para mantener sus vidas, simplemente, prefirieron dejar pasar todo, sin reclamo alguno; en resumen, fue la mera indiferencia. En dicho juicio, se demostró que la muerte generalizada de personas en los campos de concentración fue causa de la «banalidad del mal», como lo denominó Hannah Arendt, en su obra Eichmann en Jerusalén; una obra extraordinaria que, en algún tiempo, incluso, estuvo prohibida.
Para finalizar sobre estas obras emblemáticas al respecto, también está la tesis de C. Roxin, donde el profesor alemán pudo justificar la teoría del sujeto que es responsable detrás del escritorio, el cual, si bien no dispara una sola bala, no detiene a nadie; es decir, se sirve del aparato de poder para cometer delitos.
Por ello, estas tres obras permiten demostrar que lo sucedido con el nazismo no es algo aislado, sino que es algo que, posiblemente, vuelva a repetirse o, bien, ya esté repitiéndose; pues la sociedad actual, así como la de hace ochenta años, era indiferente a lo que le sucede al vecino, al compañero, al prójimo. Incluso, quizá hoy, esa indiferencia sea más aguda; un «adiafórico» —como lo denomina Zygmunt Bauman—, es decir, un comportamiento éticamente neutro, que cosiste en que no sabemos si todo lo que hacemos, nuestras labores, nuestra rutina diaria son para bien o para mal.
El trabajo actual, cada día, es más mecánico, no hay tiempo para meditar el alcance de nuestras labores ni sobre lo útil que pueda ser o no para nuestra sociedad.
Por ello, desafortunadamente, aquel holocausto puede repetirse, si no se ha repetido ya en varias ocasiones; particularmente, aquí en América Latina, como es el caso de la esterilización forzada en Perú, la apropiación de menores en Argentina y Uruguay, las penas de muerte extra-judiciales en Colombia o, bien, el terrorismo de Estado denominado «la guerra sucia», que consistió en la persecución contra los disidentes por los gobiernos chileno y mexicano en la década de los setenta y ochenta.
Por ello, esta fecha del día 11 de mayo de 1960 no es para olvidar, es para insistir que el camino emprendido por la humanidad para el futuro puede terminar, incluso, con la especie humana. (Web: parmenasradio.org).