
A cinco años del día cero
Fue un miércoles 11 de Marzo cuando la Organización Mundial de la Salud declaró una noticia fatal, habíamos entrado en una pandemia mundial. Semanas antes habíamos escuchado que en China, un hombre había enfermado gravemente después de comer un platillo hecho con murcielago. Lo que parecía una nota poco más que curiosa se fue tornando en un a amenaza latente, que al igual que el Nosferatu, temíamos que llegara en bote, o en este caso, en avión. Fue entonces cuando un 27 de Febrero, un hombre de ascendencia italiana había convalecido en México, y tan solo tres días después el poder ejecutivo declaró estado de emergencia.
777 millones de contagios provacaron la muerte de 7 millones de personas, que incluso expertos han determinado que ese número podría ascender a los 15 millones.
Las vacunas llegaron a la misma velocidad que el sentido común se fue
Nueve meses pasaron y ya teníamos una vacuna efectiva contra el virus Sars-Cov-2. Todo fue gracias a un método que llevaba años estudiandose: el uso del ARN mensajero sintético.
El ARN mensajero es una molécula que aparece cuando se copia un tramo de ADN y transporta esta información a la parte de las células donde se fabricarán las proteínas que componen nuestro cuerpo.
Los virus de ARN (como el Sars-Cov-2, los de la gripe común o el dengue, entre otros) usan el mismo mecanismo para infectar una célula humana y producir copias de su propio código genético.
Es así es como se replican en nuestro cuerpo.La mayoría de las vacunas se hacen con un virus debilitado o un fragmento del mismo para que nuestro sistema inmune produzca anticuerpos”. (Megalabs, 2020)
Pfizer (EE.UU.), BioNtech (Alemania), Moderna (EE.UU.), emeplearon este método en la realización de sus vacunas. El 8 de diciembre de 2020, Margaret Keenan, una mujer de 90 años de Reino Unido, se convirtió en la primer persona del mundo occidental en recibir las dosis aprobadas de Pfizer y BioNtech.
Sin embargo, contra todo pronóstico el mundo fue victima de dos epidemias, y para una de ellas la única vacuna que existía era tener dos dedos de frente. Vivimos una epidemia de desinformación que se traducía en teorías conspirativas que lo único que hacían era provocar pánico. Recordemos como durante su primer mandato como presidente, Donald Trump, llegó a decir que la pandemia era producto de una guerra biológica que venía por parte del gobierno chino. O como olvidar a todas las personas que juraban que las vacunas contenían chips de control mental soviéticos, y que con ayuda de las antenas 5G de Bill Gates, nos convertirían a todos en esbirros comunistas.
La educación no tuvo “un nuevo despertar” más bien cayó en coma
Muchos expertos dicen que la educación en linea fue una gran área de oportunidad que se tiene que explorar más, y estamos de acuerdo. Muchos cursos en línea permiten que la educación sea más flexible, y mucho más accesible para muchas más personas. Entonces ¿Por qué la educación decayó tanto en la pandemia?, ¿Por qué hubo tantas deserciones?.
Primero, el factor estrés. Muchos niños y jóvenes vivieron la perdida de algún ser querido. Además que la mayor parte del tiempo estaban encerrados.
Segundo, muchos niños experimentaron depresión, una enfermedad que no suele presentarse con esa frecuencia a su edad.
Todo eso combinado es la receta perfecta para el fracaso en cualquier aspecto de la vida. No hay limitante más grande que una depresión no tratada, es por ello que durante pandemia se incentivó mucho el cuidado a la salud mental. Es por ello que muchos estudiantes (y su servidor lo puede confirmar) les pueden decir que no aprendieron absolutamente nada en pandemia.
Y sabemos que esto no fue culpa ni de los niños, o jóvenes, y mucho menos del sistema educativo. Todos ellos fueron victimas de las circunstancias.
Muchas personas perdieron sus empleos
El confinamiento obligó a que muchas actividades laborales pausaran, sobre todo las que implicaban trabajos manuales como en la construcción o en el campo.
Muchas per sonas permanecieron sin trabajo un largo rato. Los que estaban en cierta ventaja eran las personas que podían trabajar desde sus dispositivos electrónicos. Sin embargo, se sabe que la economía es todo un engranaje, o en este caso un domino donde todas las piezas caen. Es por ello que aunque el homeoffice presentó una ventaja, hubo recorte de personal en todas esas empresas, y muchos se fueron a mitad de sueldo.
Y como olvidar a los que injustamente fueron consideradas como “actividades no esenciales” entre ellas el arte. Muchos artistas plásticos, músicos, escritores, vivieron todavía más de cerca la desigualdad económica.
La pandemia dejó en nosotros cicatrices profundas, tanto físicas como psicológicas. Somos sobrevivientes de la adversidad y del caos de la naturaleza. El mundo a veces puede ser un lugar horrible, la vida es díficil, pero vale la pena luchar por preservar nuestra existencia. Es por ello que exortamos a todas las personas a cuidar de su salud y de la de su familia, con chequeos médicos regulares que fomenten la medicina preventiva, haciendo ejercicio, y comiendo sano. Además, les invitamos a acudir con especialistas de la salud mental, ya que si, todos necesitamos terapia en algún punto de nuestras vidas.