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Entre rayos y goles: la advertencia climática para la FIFA

20 junio, 2025 1:13 pm
Redacción Tribuna Noticias

La emoción del fútbol no solo se juega con el balón en la cancha. A veces, las verdaderas tensiones se libran en el cielo. El Mundial de Clubes 2025, que servirá como antesala del tan esperado Mundial de la FIFA 2026 en Norteamérica, ya enfrenta su primer gran adversario: las tormentas eléctricas.

Fotografía: AFP

Lo que parecía una celebración del balompié internacional, con clubes históricos midiéndose en suelo estadounidense, se ha visto empañado por una situación que ha obligado a detener partidos, reacomodar agendas y encender alarmas. Varios encuentros del actual Mundial de Clubes han tenido que ser suspendidos por tormentas eléctricas, una realidad que afecta particularmente a ciertas regiones de Estados Unidos durante esta época del año.

Más allá del retraso puntual de un juego, el verdadero problema está en la logística. El calendario del Mundial de Clubes, al igual que el de la Copa del Mundo, es ajustado, milimétricamente organizado para cumplir compromisos de transmisiones, movilidad de selecciones, afluencia de aficionados y seguridad. Pero cuando la naturaleza irrumpe con fuerza, no hay tecnología, planificación ni protocolo que lo impida: el cielo manda.

Y hay que ser claros, esta situación es propia de Estados Unidos. No es común en las otras sedes del Mundial 2026, como México o Canadá, que un partido se vea amenazado por descargas eléctricas frecuentes en pleno verano. En cambio, estados del sur y centro estadounidense como Texas, Florida o Georgia, son bien conocidos por sus tormentas de corta pero intensa duración, que paralizan todo a su paso. La combinación de calor extremo y humedad hace de esta amenaza algo recurrente… y sumamente previsible.

Fotografía: AFP

Esto plantea una pregunta incómoda: ¿Está realmente preparada la FIFA para enfrentar este tipo de contingencias en 2026, cuando el Mundial se dispute en más de una decena de sedes en Estados Unidos?

La situación actual del Mundial de Clubes debe verse como un ensayo general. Las ciudades anfitrionas deben analizar sus patrones meteorológicos históricos, diseñar rutas alternas de calendarización, y prever escenarios donde la tecnología y la prevención se conviertan en aliados fundamentales. Porque si algo ha dejado claro este torneo, es que el espectáculo no solo se juega en 90 minutos, se construye en la planificación y se sostiene en la adaptación.

En el fútbol moderno no todo depende del balón, ni siquiera de los jugadores. A veces, el rival más complicado está en las nubes, y aparece cuando menos se le espera. Quizá el Mundial de Clubes nos haya regalado una advertencia silenciosa pero urgente, el cielo también juega, y no siempre juega limpio.





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