
El Popocatépetl ha vuelto a recordarnos que no es un adorno escénico de las postales mexicanas, sino un volcán activo, vivo y en constante diálogo con la tierra. Este 16 de julio registró 29 exhalaciones de baja intensidad y 959 minutos de tremor, según el reporte conjunto del Cenapred y la UNAM. Para ponerlo en perspectiva: eso equivale a más de 15 horas de vibraciones internas. Y no, no es para alarmarse… pero sí para mantenerse atentos.
La actividad se mantiene dentro de los parámetros del Amarillo Fase 2 en el Semáforo de Alerta Volcánica, lo que implica un nivel intermedio de riesgo. Esto no significa que se avecine una catástrofe, pero tampoco que podamos actuar con indiferencia. Las autoridades advierten sobre posibles lluvias de ceniza, explosiones menores y expulsión de fragmentos incandescentes que podrían alcanzar hasta 12 kilómetros desde el cráter. La consigna es clara: no acercarse.
¿Por qué importa tanto lo que hace este gigante?
Porque su comportamiento nos habla del subsuelo. Cada temblor, cada bocanada de gas, cada grano de ceniza forma parte de un lenguaje geológico que los científicos descifran con paciencia y precisión. El Cenapred utiliza un sistema integral de monitoreo con sismógrafos, cámaras térmicas y espectrómetros. Estos últimos, por ejemplo, miden gases como el dióxido de azufre (SO₂), que se libera cuando el magma está inquieto. Si hay más gas, hay más probabilidad de erupción.
A todo esto se suma un fenómeno que trasciende la ciencia: la leyenda. Popocatépetl no es solo un volcán, es un símbolo de amor eterno. Según la tradición mexica, el guerrero Popocatépetl vela eternamente el sueño de su amada Iztaccíhuatl, convertida en la montaña vecina. Y así como los geólogos miden gases, el pueblo mexicano mide el alma de su cultura a través de estos relatos.
Sin embargo, la poesía no debe hacernos olvidar la precaución. El viento ha llevado ceniza a estados como Tlaxcala, Puebla, Hidalgo, Querétaro y San Luis Potosí. Las autoridades recomiendan cerrar puertas y ventanas, evitar actividades al aire libre y cubrir ojos, nariz y boca. También se insiste en no hacer caso a rumores ni subir al cráter “por la selfie”.
En resumen: Don Goyo, como le dice con cariño la gente, está inquieto. No hay que tenerle miedo, pero sí respeto. La naturaleza tiene su propio ritmo, uno que no responde a agendas políticas ni a redes sociales. Mientras Popocatépetl siga hablándonos, lo mínimo que podemos hacer es escucharlo. Y mantenernos informados, por supuesto, en fuentes oficiales.
El volcán no duerme y el cielo lo acompaña: #Popocatepetl activo al amanecer de hoy 🌋💨🌅 pic.twitter.com/CP6joceUKq
— Diegoxx (Diego Vazquez Garay) (@Diegoxx_YT) July 16, 2025