
Trump y la geopolítica de la exageración: seis guerras, un Nobel y mucha confusión

WASHINGTON.— En el terreno de la diplomacia internacional, el presidente Donald Trump se ha autoproclamado una especie de “peacemaker-in-chief”, un pacificador global capaz de poner fin a conflictos que llevan décadas sin resolverse. Durante un encuentro con Volodymyr Zelenskyy en la Casa Blanca, Trump aseguró, con la seguridad que solo él tiene, haber terminado seis guerras desde enero. Lo que vino después fue una serie de declaraciones tan ambiciosas como cuestionables.
Trump mencionó conflictos en lugares tan diversos como India y Pakistán, Israel e Irán, Camboya y Tailandia, el Congo y Ruanda, Serbia y Kosovo, y Egipto y Etiopía. Sin embargo, la verificación independiente muestra que varios de estos conflictos están lejos de haberse resuelto. India negó cualquier mediación estadounidense en el alto al fuego de mayo; Egipto y Etiopía no han cerrado acuerdo alguno sobre la presa del Nilo; y el Congo oriental sigue siendo escenario de violencia pese al acuerdo firmado en junio con Ruanda. Incluso, Trump confundió el nombre del Congo durante una rueda de prensa, llamándolo “Republic of Condo”, lo que desató burlas inmediatas en redes sociales.
El caso más visible de éxito, al menos formal, fue el acuerdo de paz entre Armenia y Azerbaiyán firmado en la Casa Blanca. Trump destacó que “ahora son amigos y lo serán por mucho tiempo”, mientras anunciaba la administración estadounidense de un corredor estratégico y la participación de empresas norteamericanas en infraestructura regional. Sin embargo, expertos subrayan que el pacto se construyó sobre negociaciones previamente impulsadas por la administración Biden y que no resuelve disputas profundas, como el regreso de desplazados o la soberanía de Nagorno-Karabaj.
BREAKING: Trump lets slip major plans for African real estate, hinting at a new Republic of Condo. https://t.co/Kol9aS7sRw pic.twitter.com/FHEQq12Jfb
— Joe Smith 🇺🇸 (@joe_b_smitty) August 18, 2025
Mientras tanto, Trump ha buscado proyectar su papel de negociador global como argumento para el Nobel de la Paz, aunque buena parte de sus logros se basan en ceses al fuego temporales o en créditos mediáticos más que en acuerdos sostenibles. Su enfoque combina presión militar, sanciones económicas y, según él, simples “llamadas telefónicas estratégicas” a líderes extranjeros.
Analistas coinciden: el presidente merece reconocimiento por algunos avances, pero la narrativa de seis guerras concluidas y un Nobel garantizado exagera la realidad. La verdad, como suele ocurrir, es más compleja: en el tablero internacional, los conflictos no se resuelven con anuncios ni con titulares de redes sociales. Trump quiere ser recordado como el pacificador que detuvo la historia, pero la historia, hasta ahora, lo mira con cierta sonrisa escéptica.