

En la interminable batalla entre la ciencia y la industria alimentaria, un grupo de investigadores de la BUAP parece haber dado un paso significativo. Liderados por Juan José Luna Guevara, académico de la Facultad de Ingeniería Química, desarrollaron pigmentos naturales obtenidos de la cáscara de Renealmia alpinia —un fruto silvestre de la Sierra Norte de Puebla conocido en totonaco como x´kijit— con el fin de sustituir a los colorantes sintéticos, varios de ellos asociados a problemas de salud como el cáncer.
El proyecto, que ya cuenta con dos patentes registradas, no sólo busca ofrecer una alternativa segura a los aditivos actuales, sino también rescatar un recurso fitogenético poco aprovechado. La fruta aporta tonalidades que van del rojo al azul marino, además de poseer propiedades antioxidantes y un alto contenido de proteínas y grasas.
El impulso más reciente llegó con el financiamiento de la SECIHTI, que permitirá instalar un invernadero y una planta piloto en Ciudad Universitaria 2. La idea es escalar la producción de estos microencapsulados —polvos que conservan las propiedades de la fruta— para su eventual comercialización.
Ya hay empresas interesadas. Una de cárnicos y otra de aditivos alimenticios ven en este polvo una oportunidad. Ciencia aplicada, innovación y un rescate cultural: tres pájaros de un tiro.