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Trump dinamita a la ONU en su regreso a la Asamblea General

23 septiembre, 2025 4:07 pm



En la 80ª Asamblea General de la ONU, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ofreció un discurso que pareció más un mitin electoral que una intervención diplomática. Lo suyo no fue la cortesía multilateral, sino el espectáculo: chistes improvisados, ataques a diestra y siniestra, y la reafirmación de que el orden internacional solo tiene sentido si se acomoda a sus intereses.

Trump calificó la lucha contra el cambio climático como “la mayor estafa del mundo”, defendió el carbón como “limpio y hermoso” y aplaudió que Alemania haya regresado a la energía nuclear. A Europa la reprendió por seguir comprando petróleo y gas ruso mientras condena la invasión de Ucrania: “Es vergonzoso”, sentenció, acusando a los europeos de financiar indirectamente la guerra que dicen querer detener.

El republicano tampoco perdió la oportunidad de atacar a la ONU, a la que acusó de ser un foro inútil de “palabras vacías” que no resuelve conflictos. Para darse lustre, presumió haber terminado con siete guerras desde enero gracias a negociaciones personales con líderes mundiales. Y claro, dejó caer que “todo el mundo” le pide el Nobel de la Paz, aunque aseguró —con una modestia poco creíble— que lo único que le importa es “salvar vidas”.

La inmigración fue otro de sus blancos favoritos. Según Trump, la ONU financia oleadas de migrantes ilegales para invadir Estados Unidos. Europa, en su visión, es el ejemplo del fracaso: cárceles llenas de extranjeros y países “yéndose al infierno”. En contraste, elogió a El Salvador por convertirse en su cárcel subrogada, al encarcelar a los expulsados de su país.

El tono agresivo no impidió que luego se reuniera cordialmente con António Guterres, secretario general de la ONU. Frente a las cámaras, Trump cambió el chip: habló del “increíble potencial” de la organización y aseguró que Estados Unidos la apoya “al cien por ciento”. Una coreografía típica del magnate convertido en político: dinamitar de frente y tender la mano en privado.

Todo esto ocurrió en un contexto internacional delicado. La Asamblea inició marcada por la crisis humanitaria en Gaza y el creciente reconocimiento de Palestina por parte de países europeos como Francia, Bélgica y Luxemburgo. Israel y Estados Unidos, por supuesto, boicotearon ese debate. Mientras tanto, líderes como Emmanuel Macron, Gabriel Boric o Recep Tayyip Erdogan llamaban al multilateralismo y a soluciones pacíficas.

Trump, en cambio, insistió en que la diplomacia de la ONU está muerta. Para él, los conflictos se resuelven con aranceles, energía fósil y fronteras cerradas. Su discurso, cuatro veces más largo de lo previsto, dejó atónitos a varios delegados. Aunque, hay que decirlo, no pocos diplomáticos ya estaban curados de espanto: Trump simplemente fue Trump.

Y esa es la paradoja. Cada vez que el republicano pisa la ONU, la organización se convierte en telón de fondo para su show. Si después de semejante embestida la institución sigue en pie, quizás tenga más futuro del que él mismo reconoce.





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