Tribuna Deportes
El arranque de Guillermo Ochoa en el futbol de Chipre ha sido todo menos tranquilo. El guardameta mexicano, quien arribó al AEL Limassol con la misión de consolidarse como titular y mantenerse en la órbita de la Selección Mexicana, ha tenido un estreno para el olvido: siete goles encajados en apenas dos partidos.
Su debut terminó en pesadilla tras recibir cinco tantos, y lejos de reivindicarse, en su segundo encuentro volvió a recoger el balón del fondo de las redes en dos ocasiones más. Este flojo inicio no solo encendió las alarmas entre la afición, sino que terminó por costarle el puesto a su entonces entrenador Paolo Tramezanni, el hombre que apostó por él desde su llegada.
Con el equipo ubicado en la décima posición de una liga de 14 clubes con apenas cuatro puntos derivados de una victoria, un empate y tres derrotas, la directiva optó por un golpe de timón. Ahora, Ochoa deberá empezar prácticamente desde cero bajo las órdenes del nuevo estratega: el portugués Hugo Martins.
Martins, de 39 años, cuenta con Licencia UEFA Pro y una trayectoria forjada en destinos poco convencionales. Inició como asistente en la Selección Sub-19 de India en 2017 y posteriormente dirigió en ligas de Portugal, Mozambique, y Chipre. Entre sus equipos destacan el Delhi United FC (India), Sertanense, Real SC, Loures, Cova da Piedade, Belenenses (Portugal), PO Xylotymbou, Omonia Aradippou y Ethnikos (Chipre), además del Black Bulls de Mozambique.
Para Ochoa, este relevo en el banquillo representa un desafío crucial. Si quiere mantenerse activo y pelear por un histórico sexto Mundial con México, deberá convencer a un técnico que no lo fichó, que no le debe lealtad alguna y que buscará resultados inmediatos.
El balón vuelve a estar en su cancha. Ochoa enfrenta, quizá, una de las pruebas más duras de su carrera: demostrar que todavía está hecho para competir al máximo nivel. Su reacción determinará si lo que vive en Chipre será solo un tropiezo… o el principio del final.
