
Adopta “generación Z” bandera de One Piece como emblema de rebeldía
Redacción Tribuna
Con su sombrero de paja y una sonrisa desafiante, Luffy —enemigo de los gobiernos corruptos y héroe de One Piece, el manga más vendido de la historia— se ha convertido en un símbolo de protesta juvenil global contra el mal gobierno dondequiera que exista.
De Perú a Nepal, de Filipinas a Francia, la bandera que representa a Luffy y a su tripulación —una calavera sonriente con sombrero de paja y dos tibias cruzadas, al estilo de la clásica Jolly Roger pirata— ha ondeado recientemente en manifestaciones antisistemas alrededor del mundo.
Quienes la enarbolan la ven como un emblema contra la opresión y la corrupción, y también como un símbolo de unión generacional entre los veinteañeros que crecieron con One Piece, la serie que debutó en 1997.
“Crecí con One Piece, como la gran mayoría de la generación Z, así que se ha convertido en un símbolo para nosotros”, contó Kai, un joven de 26 años que participó en manifestaciones en Madagascar, iniciadas hace dos semanas por los constantes cortes de agua y electricidad que agotaron la paciencia de la población.
Para Kai —seudónimo—, la serie transmite un mensaje claro de lucha contra los gobiernos opresores.
Lo mismo opina Wildar Lozano, estudiante peruano de 19 años, quien explicó a AFP que la bandera representa a Luffy y a su tripulación, quienes “van de pueblo en pueblo liberando a los ciudadanos de gobiernos corruptos, que no los representan y actúan de forma autoritaria”.
“En el Perú los políticos se llenan los bolsillos con el dinero del pueblo, y eso sigue ocurriendo. Hay políticos que no pueden representar bien al país”, agregó Leonardo Muñoz, de 19 años y estudiante en la Pontificia Universidad Católica del Perú, donde también se han registrado protestas antigubernamentales y contra la ola de extorsiones y asesinatos del crimen organizado.
La bandera de Luffy y su tripulación fue vista por primera vez ondeando sobre las cabezas de jóvenes manifestantes durante protestas antigubernamentales en Indonesia, a finales de agosto, lo que incluso llevó al gobierno a amenazar con prohibirla.