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Nancy Pelosi se despide: el fin de una era en la política estadounidense

6 noviembre, 2025 5:10 pm

En la historia de las repúblicas hay figuras que encarnan con tanta fuerza la tensión del poder, que su retiro no marca simplemente el final de una carrera, sino el cierre de un ciclo político, cultural y moral. Nancy Pelosi, congresista demócrata por California durante cuatro décadas, ha sido una de esas figuras. Este jueves, a sus 85 años, anunció que no buscará la reelección en los comicios de 2026, poniendo fin a una trayectoria que marcó un antes, y un después en una política que se cae a pedazos cada que Trump abre la boca.

La noticia resonó en todo Washington anunciando el ocaso de una generación. Y, como si el tiempo se hubiera plegado sobre sí mismo, fue su antagonista más célebre, Donald Trump, quien ofreció la réplica inmediata, con el poco garbo que lo caracteriza:

“Hace un gran servicio al país con su retirada. Fue un lastre tremendo. Creo que es una mujer malvada que hizo un pobre trabajo que le costó mucho al país”, dijo desde el Despacho Oval.

En la voz del magnate republicano se adivinaba tanto el desprecio como la satisfacción.

Pelosi, sin embargo, se marchará con serenidad.

“Con gratitud, espero con ilusión mi último año de servicio como su orgullosa representante”, declaró en un video difundido a través de sus redes.

Una mujer frente al poder

Nacida en 1940, en el barrio italiano de Baltimore, Nancy Patricia D’Alesandro creció con su padre, Thomas D’Alesandro Jr., quien fue alcalde de la ciudad, y en esa atmósfera de reuniones, discursos y promesas, la joven Nancy aprendió que el poder era un oficio, y una batalla diaria.

Llegó al Congreso en 1987, cuando Ronald Reagan aún habitaba la Casa Blanca y el país creía en los espejismos del mercado total. En ese tiempo, apenas una docena de mujeres demócratas ocupaban un escaño en la Cámara de Representantes. Cuatro décadas después, más de noventa lo hacen. Ese dato, que podría parecer estadístico, es en realidad la medida de su legado.

En 2002 se convirtió en líder de la minoría demócrata y cuatro años más tarde, tras la derrota de George W. Bush en las legislativas, se hizo con el martillo de speaker, convirtiéndose en la primera mujer en presidir la Cámara Baja. Era enero de 2007, y Estados Unidos comenzaba a sentir los temblores de la Gran Recesión. Durante ese periodo, Pelosi impulsó la reforma sanitaria de Barack Obama (el llamado Obamacare) y se opuso frontalmente a la guerra de Irak.

How Nancy Pelosi's Family Life Prepared Her to Make Political History |  Vanity Fair

Trump

Su segundo mandato como presidenta del Congreso, iniciado en 2019, fue un duelo abierto con Donald Trump, un enfrentamiento que definió la política estadounidense del siglo XXI. El suyo no fue un antagonismo ideológico, sino casi teatral. Ambos entendieron que la poítica se ejerce tanto en el hemiciclo como ante las cámaras.

Pelosi fue la mujer que, en enero de 2020, rompió ante los ojos del país la copia del discurso del Estado de la Unión de Trump. Aquella imagen recorrió el mundo como símbolo de desafío y también de desdén.

“Fue lo más cortés que podía hacer”, dijo después.

En el fondo, aquella escena resumía dos formas antagónicas de entender la política: la de Trump, fundada en el espectáculo y la confrontación, y la de Pelosi, asentada en la institucionalidad y la persistencia. Ella condujo dos impeachments contra el presidente republicano, ambos fallidos, pero que confirmaron su papel de fuerza imparable que choca contra el objeto inamovible que resulto ser la cabeza del hombre naranja.

Cuando el 6 de enero de 2021 una turba de seguidores de Trump asaltó el Capitolio, Pelosi fue uno de los principales objetivos de los insurrectos. “¿Dónde estás, Nancy?”, gritaban los asaltantes, mientras dejaban destrozos y heces en su despacho. Ese episodio, grotesco y violento, marcó el punto más decente de lo que hasta ahora ha sido el trumpismo.

Poco después, la congresista debió enfrentar otro golpe personal: en octubre de 2022, su esposo Paul Pelosi fue atacado en su casa de San Francisco por un extremista que la buscaba a ella. Aquel acto, nacido del trumpismo, selló la vulnerabilidad física de quien se había convertido en la figura más demonizada por el Donald Trump.

El peso del tiempo

El retiro de Pelosi no solo es una decisión personal. Es también un “hasta aquí” de una generación que ha dominado Washington durante medio siglo. En el Congreso conviven hoy figuras nonagenarias como Chuck Grassley, octogenarios como Bernie Sanders o Maxine Waters, y septuagenarios como Chuck Schumer. Pelosi ha sido la matriarca de esa gerontocracia respetada y temida, una figura que imponía disciplina a base de autoridad, más que de simpatía.

Sus detractores la acusan de haber frenado la renovación ideológica del Partido Demócrata, de representar la “vieja guardia” que teme al cambio. Los más jóvenes, sin embargo, reconocen en ella una estratega insuperable. Fue decisiva, por ejemplo, en la maniobra que condujo a Joe Biden a ceder su candidatura en favor de Kamala Harris, en un intento de frenar el regreso de Trump al poder.

Pelosi fue también artífice de la llamada Proposición 50, una reforma electoral californiana que, aprobada en referéndum, consolidó el dominio demócrata en ese Estado. Fue su último gran movimiento de ajedrez antes de anunciar su despedida.

Former House Speaker Nancy Pelosi | CNN Politics

El símbolo

Ninguna política en la historia moderna de Estados Unidos ha despertado tantas pasiones encontradas. Para unos, fue el rostro del poder femenino, el ejemplo de que la política puede tener un tono de firmeza sin estridencias. Para otros, fue la encarnación del establishment, una mujer que se mantuvo demasiado tiempo en el trono del Congreso.

Trump la odió casi con la misma intensidad con la que ama a su barbero. En su discurso de despedida, no pudo resistirse a degradarla con epítetos misóginos. Pero acaso su furia confirma la importancia de su enemiga. Sin Pelosi, el trumpismo habría tenido menos resistencia institucional, menos réplica civilizada.

El retiro de la congresista deja un vacío que su sucesor, Hakeem Jeffries, difícilmente llenará. Pelosi gobernaba su bancada con una mezcla de persuasión y temor. Su autoridad no provenía de la elocuencia (nunca fue una gran oradora) sino del cálculo, de la paciencia, de esa sabiduría política que consiste en esperar el momento oportuno para golpear.

Nancy Pelosi turned a photo Trump tweeted to attack her into her Twitter  cover shot | CNN Politics

Epílogo

Con su salida, termina un modo de hacer política, uno que combinaba la disciplina del partido con la convicción personal, la negociación con el decoro, la ideología con el pragmatismo.

El país que Pelosi ayudó a modelar es hoy un lugar distinto: más polarizado, más impaciente, más teatral, más enojado, más arcaico, más… de derecha. Ella representó, con todos sus defectos y rigideces, una idea de política como servicio, no como espectáculo. Por eso su despedida tiene un tono elegíaco: el fin de una era en la que todavía era posible creer que el debate parlamentario, la deliberación y la palabra podían sostener este jenga que es la democracia estadounidense.

Pelosi deja atrás cuarenta años de historia y un país que está al borde del abismo. Su partida, celebrada con rencor por Trump y con respeto por sus adversarios más lúcidos, marca el final de una protagonista de carne y hueso, que supo desafiar a los hombres, al tiempo y al poder.

Cuando se cierre la puerta de su oficina en enero de 2027, se apagará una luz más en el viejo Capitolio. Pero quedará, suspendido en el aire de Washington, el eco de una mujer que, con sus aciertos y errores, logró que Washington tuviera por un momento el rostro de la inteligencia.

Nancy Pelosi, first female speaker of the House, won't seek re-election to  Congress





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