Santa Claus: del santo europeo al personaje adoptado por la Navidad mexicana
Redacción
La figura de Santa Claus, uno de los símbolos más reconocibles de la Navidad, tiene un origen que se remonta a siglos atrás y a miles de kilómetros de distancia. Su historia comienza con San Nicolás de Bari, un obispo del siglo IV conocido por su generosidad y por ayudar en secreto a los más necesitados, especialmente a los niños.
Con el paso del tiempo, su leyenda se expandió por Europa. En países como Holanda, San Nicolás se transformó en Sinterklaas, un personaje que repartía regalos durante el mes de diciembre. Más tarde, esta tradición llegó a Estados Unidos, donde evolucionó hasta convertirse en el Santa Claus moderno: un hombre de barba blanca, traje rojo y actitud festiva, imagen que se popularizó a nivel mundial durante el siglo XX gracias a la literatura, el cine y la publicidad.
En México, la figura de Santa Claus fue adoptada principalmente a partir de la segunda mitad del siglo pasado, influenciada por la cercanía cultural con Estados Unidos y por los medios de comunicación. Poco a poco, Santa se integró a la celebración navideña, especialmente en el ámbito urbano, como el personaje encargado de llevar regalos a los niños durante la noche del 24 de diciembre.
Sin embargo, su presencia no sustituyó por completo a las tradiciones propias del país. En muchos hogares mexicanos, Santa Claus convive con el Nacimiento, las posadas y la celebración del Niño Dios, mientras que en otros, comparte protagonismo con los Reyes Magos, quienes continúan siendo los principales portadores de regalos cada 6 de enero.
Así, Santa Claus en México representa una tradición adoptada y adaptada: una figura extranjera que encontró su lugar dentro de la Navidad mexicana sin borrar sus raíces religiosas y culturales. Más que un reemplazo, se ha convertido en un complemento que refleja la mezcla de costumbres que caracteriza al país.







