
A 15 años de la tragedia en Texmelucan: La cicatriz del “huachicol”
Redacción
Este viernes se cumple una década y media de la mañana en que el fuego transformó para siempre la historia de San Martín Texmelucan.

Y es que lo que inició como una fuga de combustible derivado de una toma clandestina, terminó en una de las explosiones más devastadoras registradas en la región, dejando un saldo de dolor y pérdidas materiales que aún resuena en la memoria colectiva.

El saldo de una explosión catastrófica
Aquel fatídico episodio, provocado por la extracción ilegal de hidrocarburos, escaló rápidamente hasta convertirse en un infierno de proporciones históricas. Según las cifras oficiales consolidadas tras la emergencia, el impacto humano y material fue severo:
Pérdidas Humanas: Más de 30 personas fallecidas y 52 lesionadas con quemaduras de diversos grados.
Viviendas: Arriba de 34 casas resultaron en pérdida total y 140 presentaron daños parciales.
Vehículos: Aproximadamente 72 unidades quedaron completamente calcinadas bajo el intenso calor.
Medio Ambiente: El derrame de combustible y el incendio provocaron graves afectaciones al cauce del río Atoyac.

La respuesta y reconstrucción
Tras el incidente, Petróleos Mexicanos (Pemex) asumió la responsabilidad financiera derivada de la tragedia. La paraestatal informó haber destinado un total de 329 millones 822 mil 256 pesos para el pago de indemnizaciones a los afectados y familiares de las víctimas.

En cuanto a la infraestructura urbana, el fuego fue tan intenso que comprometió la estabilidad de dos puentes. Uno de ellos tuvo que ser demolido por completo debido al daño estructural, siendo sustituido por una nueva construcción que requirió una inversión adicional de 25 millones de pesos.
Un recordatorio vigente
A 15 años de distancia, la tragedia de San Martín Texmelucan permanece como un recordatorio crítico sobre los riesgos del robo de combustible. Aunque la ciudad ha buscado reconstruirse, las huellas en el río Atoyac y las historias de las familias desplazadas sirven como un testimonio permanente de los peligros que conlleva esta actividad ilícita para la seguridad civil.

“Fue un despertar entre llamas que cambió nuestra percepción de seguridad para siempre”, comentan sobrevivientes que, año con año, conmemoran a quienes perdieron la vida en el siniestro.






