

Lo que debía ser un domingo de oración en Grand Blanc Township, Michigan, se transformó en una tragedia. Un hombre de 40 años embistió su vehículo contra las puertas de una iglesia mormona, abrió fuego con un rifle y mató al menos a dos personas, dejando además varios heridos. Minutos después, el templo comenzó a arder en llamas.
El jefe de policía William Renye informó que al menos diez víctimas de bala fueron trasladadas a hospitales locales; dos fallecieron y otras permanecen graves. El agresor murió tras un enfrentamiento con agentes, quienes sospechan que él mismo provocó el incendio.
Aunque aún no se conocen los motivos, la magnitud del ataque llevó a que ciudades como Los Ángeles y Nueva York reforzaran la seguridad en lugares de culto. El presidente Donald Trump calificó el hecho como “otro ataque dirigido contra cristianos en Estados Unidos”.
Más de cien agentes del FBI participarán en la investigación, mientras que la gobernadora Gretchen Whitmer y el alcalde local expresaron su consternación. La comunidad, de apenas 40 mil habitantes, enfrenta ahora la dolorosa tarea de procesar una violencia que golpeó en su espacio más sagrado: la iglesia.
A Gunman attacked my Church and set it on fire in Michigan.
We aren’t safe on the Bus
We aren’t safe in our Churches
We aren’t safe on our Campuses
Anti-White and Anti-Christian hatred is the number one threat facing Western Civilization
— Christian Ascania (@heirofascania) September 28, 2025