El caso de Aldana no es un hecho aislado. Es apenas el síntoma más reciente de un problema más profundo: la creciente inseguridad en las carreteras del país.
Los bloqueos afectaron las autopistas México–Querétaro, México–Toluca, México–Pachuca, México–Puebla, México–Cuernavaca y México–Texcoco. Y aunque en muchos puntos se dejó un carril libre, las afectaciones fueron inevitables. Largas filas, retrasos, molestia generalizada.
Pero lo realmente preocupante es lo que denuncia ACME: operadores extorsionados, rutas tomadas por grupos criminales y ahora, líderes desaparecidos.
Sin embargo, el panorama actual promete mejorar con el operativo “Cero Robos” lanzado por la Guardia Nacional. Una bocanada de aire fresco. Esta vez, el gobierno federal no se quedó en el discurso: desplegó personal, tecnología, inteligencia y una estrategia clara para atender un problema que lleva años fuera de control.
El plan comenzó este miércoles en los tramos carreteros con mayor incidencia delictiva: México–Querétaro, México–Puebla y Mazatlán–Culiacán. En ellos se instalaron torres de vigilancia, se desplegaron drones, helicópteros, aeronaves no tripuladas, y células de inteligencia. En total, más de mil elementos participan en la operación. No es poca cosa.
Y no se trata solo de patrullar por patrullar. La estrategia está basada en datos: se analizaron horarios, rutas, accesos irregulares y patrones de operación del crimen organizado. El mensaje es claro: el Estado comienza a recuperar el control de las carreteras más peligrosas.