
Del cuero cosido al diseño inteligente, aquí los balones más recordados en los Mundiales
Yass Guevara
El balón de fútbol es uno de los grandes protagonistas de cada Copa del Mundo. A lo largo de casi un siglo, ha pasado de ser un esférico de cuero pesado a convertirse en un objeto de alta tecnología que combina diseño, innovación y simbolismo cultural.
En el Mundial de 1930 en Uruguay, se utilizaron dos balones distintos en la final entre Argentina y la selección anfitriona: el Tiento, preferido por los argentinos, y el T-Model, elegido por los uruguayos, que al final levantaron el trofeo. Eran esféricos de cuero con gajos cosidos, muy distintos a los que hoy ruedan en las canchas.
A partir de México 1970, Adidas se convirtió en proveedor oficial con el icónico Telstar, el primero con el diseño de 32 paneles en blanco y negro, pensado para destacar en las transmisiones televisivas en blanco y negro. Desde entonces, cada Mundial ha estrenado un balón con nombre propio y una identidad visual que representa al país sede.
En España 1982, apareció el Tango España, famoso por sus triángulos que creaban un efecto visual de círculos; y en México 1986, el Azteca, primer balón sintético totalmente resistente al agua.
En Estados Unidos 1994, se presentó el Questra, que destacaba por su suavidad y mayor control, inspirado en la conquista del espacio y en la celebración del 25 aniversario de la llegada del hombre a la Luna.
En Francia 1998, debutó el Tricolore, primer balón multicolor en la historia de los Mundiales, que incluyó detalles en azul, blanco y rojo en honor a la bandera francesa.
El Fevernova de Corea-Japón 2002 fue un balón arriesgado: su diseño dorado con motivos orientales rompió con la tradición clásica, y su confección con nueva espuma sintética le daba un toque más ligero y veloz.
En Alemania 2006, se presentó el Teamgeist, que redujo a 14 el número de paneles, mejorando la redondez y precisión. Mientras que en Sudáfrica 2010, el Jabulani fue recordado por sus trayectorias impredecibles, que provocaron críticas de porteros y jugadores.
En Brasil 2014, se jugó con el Brazuca, un balón colorido y simbólico, nombrado tras una votación popular entre los brasileños. Fue reconocido por su gran estabilidad y rapidez, siendo uno de los más celebrados en la era moderna.
En Rusia 2018, el protagonista fue el Telstar 18, un homenaje al clásico de 1970, pero con tecnología NFC integrada.
En Qatar 2022, apareció el Al Rihla (“El Viaje”), el primer balón oficial con sensores internos que permitieron verificar en tiempo real jugadas de fuera de lugar, convirtiéndose en una herramienta clave para la tecnología semiautomatizada del VAR.
Finalmente, este día ha sido presentado el Trionda, esférico que cuenta con colores y figuras representativas de México, Estados Unidos y Canadá, sedes del Mundial 2026
Hoy, los balones de la FIFA son un símbolo que va más allá del deporte: combinan historia, identidad cultural y avances tecnológicos, acompañando la evolución misma del fútbol y dejando huella en la memoria de millones de aficionados en cada Mundial.