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El 2 de octubre y la memoria en las canciones de Caifanes

2 octubre, 2025 4:02 pm

El 2 de octubre de 1968 es un parteaguas en la historia contemporánea de México. Ese día, en la Plaza de las Tres Culturas, el Estado mexicano respondió con violencia a una protesta estudiantil pacífica. El saldo: un número todavía incierto de muertos, heridos y desaparecidos. Una herida que sigue abierta. Han pasado más de cinco décadas y la sociedad mexicana insiste en no olvidar. Entre las distintas formas de mantener viva la memoria, la música ha jugado un papel central. Y ahí destaca una agrupación: Caifanes, que en los años noventa logró traducir en canciones la tragedia de Tlatelolco.

En 1990, el grupo lanzó Caifanes Vol. 2, mejor conocido como El Diablito. En ese álbum aparece “Antes de que nos olviden”, una de las composiciones más emblemáticas de Saúl Hernández. No es una crónica explícita de la masacre, sino un testimonio envuelto en metáforas, poesía y melancolía. Hernández confesó en entrevistas que su inspiración vino de recuerdos familiares de aquel día: su hermana llegó llorando a casa y sus padres se sumieron en la angustia. Años después, esas imágenes reaparecieron en su mente y dieron origen a una canción que escribió en apenas diez minutos.

El tema captura la tensión de una época. “Antes de que nos olviden, haremos historia”, canta Hernández, con una voz cargada de dolor, pero también de firmeza. Es la consigna de una generación que se negó a claudicar, que decidió resistir frente al poder autoritario. En esa línea, versos como “No andaremos de rodillas, el alma no tiene la culpa” revelan la voluntad de no someterse. La canción, más que un simple homenaje, se convirtió en un himno que conecta con quienes, incluso hoy, luchan contra el olvido y la injusticia.

Pero la memoria de 1968 en la obra de Caifanes no se detuvo ahí. Cuatro años más tarde, en 1994, ya convertidos en trío, lanzaron el disco El Nervio del Volcán. Entre sus cortes está “Aviéntame”, una pieza marcada por la guitarra incisiva de Alejandro Marcovich y por la lírica de Hernández, otra vez cargada de símbolos. “Qué triste se nos fue la vida, atrás del cielo nos miran llorar”, dice la canción, aludiendo al destino de los jóvenes caídos.

En esta obra, los responsables de la masacre aparecen disfrazados en figuras animalescas: “buitres” y “cerdos” que rondan la Plaza de las Tres Culturas. Es un señalamiento directo, disfrazado de metáfora, contra quienes ordenaron y ejecutaron la represión.

En sus conciertos, Hernández no duda en actualizar la letra. “Qué triste se nos fue la vida, la lluvia ácida mojada 2 de octubre”, canta en vivo, provocando la respuesta inmediata de sus seguidores. Él llama a estos momentos “rituales”, no simples presentaciones. Y tiene razón: lo que ocurre en el escenario es un acto de memoria colectiva.

Las canciones de Caifanes, en particular “Antes de que nos olviden” y “Aviéntame”, recuerdan que el arte puede ser una trinchera contra el silencio. Nos recuerdan, sobre todo, que la frase más repetida cada 2 de octubre sigue vigente: no se olvida.





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