
El caso Gonzaga-Gilabert: ¿Justicia?, redes sociales y un perdón inesperado

CIUDAD DE MÉXICO.— Lo que comenzó como un hecho violento entre dos jóvenes influencers en febrero de este año, terminó—al menos judicialmente—con un apretón de manos, una disculpa personal y un acuerdo judicial que ha provocado más preguntas que certezas. Marianne Gonzaga, de 17 años, fue liberada el 23 de julio tras cinco meses de internamiento preventivo por haber apuñalado más de 15 veces a Valentina Gilabert, una modelo e influencer de 18 años. La razón de su salida: un acuerdo entre ambas partes, avalado por un juez del sistema de justicia penal para adolescentes de la Ciudad de México.
@tinnysuuu♬ original sound – Valentina gilabert
Sí, así como lo lee. No hubo juicio oral. No hubo años tras las rejas. Hubo, en cambio, un juicio abreviado. Marianne aceptó su responsabilidad penal, lo cual redujo su condena a dos años y ocho meses, que podrá cumplir en libertad asistida. Bajo estrictas condiciones, claro: no acercarse a la víctima, someterse a tratamiento psicológico, emitir una disculpa pública, tomar cursos de perspectiva de género y, por supuesto, pagar una reparación del daño que asciende, según versiones extraoficiales, hasta dos millones de pesos. Lo confirmado hasta ahora: 750 mil.
Desde la perspectiva legal, no hay sorpresas. La Ley Nacional del Sistema Integral de Justicia Penal para Adolescentes establece un enfoque restaurativo. Aquí no se trata de castigar, sino de reinsertar. Lo dijo claramente el abogado de la víctima, Didier Ayrton Marín Becerril: “Fue lo más conveniente para todas las partes”. El juicio oral implicaba revictimización y una posible sentencia apenas un poco más larga.
Lo que resulta inédito es la forma en que se comunicó el desenlace: no fue en los tribunales, ni en un boletín judicial, sino en TikTok. Ahí, Valentina Gilabert, en tono sereno, anunció el perdón: “No soy nadie para privar a las personas de su libertad”. Con esa frase cerró uno de los casos más mediáticos del año.
¿La justicia fue suficiente? ¿Qué mensaje manda a otras víctimas? ¿Se puede confiar en un sistema garantista frente a hechos de esta magnitud? Lo cierto es que, aunque legalmente concluido, este caso apenas comienza su recorrido en la conversación pública. Porque cuando las heridas se cuentan en redes y los acuerdos se graban en video, lo jurídico no basta para cerrar la herida social.