
El Dr. Polo Guerrero rompe el silencio tras la polémica por Electrolit
En el universo de los influencers médicos, donde la línea entre la divulgación científica y la promoción comercial se vuelve cada vez más difusa, estalló una tormenta digital que ha puesto en jaque la credibilidad profesional de varias figuras del gremio. Todo comenzó con un video del médico e influencer Polo Guerrero, quien criticó duramente al suero oral Electrolit, calificándolo como un “producto que miente”. La frase encendió las redes.
@pologuerrero.medHoy te digo que nunca te he fallado y nunca te voy a fallar ♥️ , solo, tómalo en cuenta!♬ sonido original – Polo Guerrero
En su publicación original, Guerrero señalaba que la bebida tenía un alto contenido de glucosa y que no incluía los sellos de advertencia establecidos por la Secretaría de Salud. Hasta ahí, podría parecer una observación técnica. Pero el tono, más propio de un denunciante que de un médico, encendió una discusión feroz entre colegas, seguidores y la propia comunidad científica.
El detonante de la polémica fue la intervención del también médico e influencer Mr. Doctor, quien refutó las declaraciones y aseguró que Electrolit no es una bebida energética, sino un medicamento de rehidratación oral utilizado para tratar deshidrataciones moderadas. Pero lo más delicado vino después: Mr. Doctor reveló que había sido invitado a participar en una campaña de desprestigio contra la marca, por la nada despreciable suma de 48 mil pesos. Según su versión, se le ofreció un guion con “puntos clave” para cuestionar la seguridad del producto.
“Rechacé la oferta por razones éticas”, dijo, al tiempo que sugería que algunos colegas —entre ellos Polo Guerrero— sí habrían aceptado el trato. La acusación fue dinamita pura. De inmediato, usuarios y expertos comenzaron a respaldar la versión de Mr. Doctor, explicando que la glucosa presente en el suero tiene una función médica: facilitar la absorción de agua y electrolitos.
En medio de la crisis, Polo Guerrero optó por el silencio. Hasta que, finalmente, reapareció en un video publicado en Instagram y TikTok, donde trató de calmar las aguas. “El caos no se calma con más caos”, dijo con voz pausada. Aseguró que su intención nunca fue dañar a nadie y que su trabajo, durante cinco años, ha sido “informar con responsabilidad”.
Aunque muchos esperaban una disculpa directa o una negación tajante sobre las acusaciones de pago, el mensaje fue más bien ambiguo.
“Me comprometo a tener más cuidado con mis palabras y no cometer imprecisiones que generen violencia digital o pongan en duda mi ética profesional”, declaró.
El video, que acumuló más de 160 mil ‘me gusta’ y miles de comentarios, no logró frenar la ola de críticas. De hecho, en plataformas como TikTok la “funa” —ese linchamiento público tan común en la era de las redes— sigue en marcha. Varios usuarios lo acusan de “vender su opinión”, mientras que su número de seguidores habría descendido a 8.9 millones.
Otros creadores de contenido involucrados, como Doctor Manon, optaron por disculparse abiertamente.
“Me excedí y no verifiqué información. Estoy avergonzado y me responsabilizo por eso”, escribió en Instagram.
El episodio reaviva una discusión urgente: ¿hasta qué punto los médicos influencers pueden opinar libremente sobre productos de salud sin incurrir en conflictos de interés? En una época donde un video puede tener más impacto que un artículo científico, la respuesta —más que ética— es una cuestión de confianza.