Puebla

Entre tradición y oficio, piñatas poblanas mantienen viva la Navidad

17 diciembre, 2025 9:38 pm
David Becerra

Estamos ya en época navideña, una temporada llena de simbología que da vida y color a las festividades, sobre todo familiares. En las posadas destacan los cánticos, los aguinaldos y un elemento de suma importancia en México: las piñatas.

En Cuautlancingo existe un taller dedicado a la fabricación de este ícono cultural, a cargo de Don Emilio, quien desde hace 27 años se dedica a este oficio. Con el paso del tiempo, se ha convertido en proveedor de varios negocios ubicados en distintas zonas de la capital poblana, y durante esta temporada sus ventas aumentan de manera considerable.

“Pues a nosotros sí, porque somos muy pocos los que hacemos piñatas de este lado, entonces vienen a buscarlas de la Central de Abasto, mercado de Cholula y dulcerías”.

A pesar de que los tiempos han evolucionado y muchas tradiciones han perdido fuerza, las piñatas tradicionales siguen siendo solicitadas, aunque por cuestiones económicas suelen presentar algunas modificaciones.

“Piden la de barro, pero incrementa el precio, entonces utilizamos esta porque sale más barata. Son los pecados capitales, las clásicas de siete picos, pero el costo se eleva; por eso las hacemos de cinco picos y salen más baratas. Las estamos manejando en un precio de 37 pesos mayoreo y 50 pesos una. Nosotros empezamos a surtir desde la primera semana de noviembre y el primero de diciembre se termina el mayoreo”.

Si bien Don Emilio registra un repunte en sus ventas durante esta época, lo cierto es que produce piñatas todo el año. Al concluir la temporada decembrina continúa con la elaboración de modelos en tendencia. Aprendió este oficio de manera empírica y, a base de prueba y error, perfeccionó su técnica hasta encontrar la cantidad exacta de materiales a utilizar.

“Vas aprendiendo cuántas capas de periódico le vas a poner a cada piñata; no le puedes poner más porque se pone muy dura y no se va a abrir nunca. Es un proceso largo porque, por ejemplo, si empezamos desde cero hay que hacer el molde. Si hacemos mil piñatas, tenemos que hacer cinco picos a cada una; se secan un día, al siguiente se ponen los picos y se vuelven a secar. Son máximo dos días”.

En estos 27 años, Don Emilio encontró en este trabajo el sustento para sacar adelante a su familia. Con dedicación y pasión pasó de no saber nada del oficio a convertirse en un experto que comercializa su producto en diversos mercados de la capital poblana. Hoy busca compartir su legado con las nuevas generaciones.

“A nosotros nadie nos enseñó a hacer piñatas, es el deseo de superarse y salir adelante. Yo comencé a inventar cómo hacerlas hasta que me salieron. Llevo 27 años y va por generaciones: primero los hijos, luego los nietos. Uno sí se dedica a esto, está por El Ameyal, y les estoy enseñando a mis nietos; ellos decidirán si siguen con esta línea cuando les toque buscar trabajo”.





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