
En el siempre enrarecido clima político mexicano, donde los silencios suelen decir más que las palabras, la presidenta Claudia Sheinbaum se enfrentó este jueves a una pregunta que incomoda a su joven administración: ¿está por irse Alejandro Gertz Manero de la Fiscalía General de la República? La respuesta, al menos la explícita, ha sido negativa.
Lo cierto es que la mandataria confirmó haber recibido un documento del Senado. No dijo cuál era su contenido, pero todo apunta a que se relaciona con la presunta renuncia del fiscal. Ese texto ya fue turnado a la Consejería Jurídica para su análisis. Sheinbaum prometió que será este viernes 28 de noviembre cuando se haga pública la naturaleza del misterioso papel enviado desde la Cámara Alta.
Gertz Manero, quien asumió el cargo como primer Fiscal General autónomo en enero de 2019, enfrentó desde el inicio críticas por su estilo personalísimo de conducción y por una relación ambigua con el poder presidencial. Sin embargo, Sheinbaum, al ser cuestionada sobre su desempeño, no dudó en respaldarlo: “ha hecho un buen trabajo”.
Conferencia de prensa matutina. Jueves 27 de noviembre 2025 https://t.co/6XcNAp3Ftz
— Claudia Sheinbaum Pardo (@Claudiashein) November 27, 2025
Un Senado inquieto y un gabinete convocado
El miércoles por la noche, el Senado convocó a una sesión extraordinaria, exigiendo asistencia obligatoria. Cualquier observador de la política mexicana sabe que cuando el Legislativo convoca de manera urgente —especialmente en estas fechas— no es para votar puntos de acuerdo inofensivos. La especulación natural: Gertz Manero ha presentado su renuncia y hay que preparar el terreno para su sucesión.
Al mismo tiempo, en Palacio Nacional se programó una reunión con el Gabinete de Seguridad federal. Oficialmente no se dijo una palabra sobre su contenido. Extraoficialmente, se entiende que el tema es el mismo: el eventual reacomodo institucional que implicaría la salida del fiscal.
No es menor que el periodo legal de Gertz concluye hasta 2028. Su salida anticipada obligaría a activar un procedimiento constitucional: nombrar a un fiscal interino mientras el Senado evalúa una terna enviada por la presidenta. Es decir, un proceso rápido, políticamente sensible y que puede definir el rumbo del aparato de justicia durante el resto del sexenio.
¿Por qué ahora? El contexto detrás de la polémica
Los rumores sobre la renuncia del fiscal no surgieron de la nada. Su figura ha sido polémica desde antes de llegar al cargo. Pero en las últimas semanas la presión se intensificó.
La FGR, bajo su gestión, presumió la entrega a Estados Unidos de 26 capos de alto perfil en un movimiento calculado para mostrar fuerza y cooperación internacional en materia de crimen organizado. Al mismo tiempo, mantiene investigaciones contra figuras como Ismael El Mayo Zambada. Y eso por mencionar sólo el flanco de seguridad.
En el campo político, el fiscal ha sido señalado en repetidas ocasiones por presunto uso faccioso del Ministerio Público, por conflictos personales trasladados al ámbito institucional y por choques con jueces federales. Su estilo frontal, que en otros tiempos generó respaldo presidencial, hoy parece una carga en un gobierno que se define a sí mismo como técnico, conciliador y profesionalizado.
El retrato del fiscal bajo la lupa
¿Quién es Alejandro Gertz Manero? Su carrera pública arranca en 1970 como secretario general del INAH, continúa como procurador federal de la Defensa del Trabajo y, ya en el Distrito Federal, como secretario de Seguridad Pública en los gobiernos de Cuauhtémoc Cárdenas y Rosario Robles. Luego se une al gabinete panista de Vicente Fox como secretario de Seguridad Pública Federal. También fue diputado federal por Convergencia entre 2009 y 2012.
En la academia presume credenciales sólidas: licenciado por la Escuela Libre de Derecho, doctor por la UNAM y por una universidad estadounidense. Pero esa misma trayectoria ha sido eclipsada por las controversias políticas que lo persiguen desde que asumió la Fiscalía.
Hoy, con 85 años, Gertz es un actor clave en la política judicial mexicana. Su eventual salida no sería una noticia más: implicaría redefinir la relación entre el Ejecutivo y el órgano encargado de perseguir delitos federales.

Los aspirantes: Zaldívar, Harfuch y Godoy
Ante el vacío surge el apetito. En los pasillos del poder circulan tres nombres que podrían sustituir al fiscal en caso de confirmarse su salida.
Arturo Zaldívar
El exministro de la Suprema Corte —y expresidente del máximo tribunal— es quizá el perfil más jurídico, pero también el más polémico. Renunció a su cargo en 2023 para sumarse al equipo político de Sheinbaum y hoy funge como coordinador de Política y Gobierno de la Presidencia.
Su paso por la Corte dejó un legado discutido: avances progresistas notables, sí, pero también acusaciones de presiones indebidas a juzgadores, así como cuestionamientos sobre su cercanía con la actual administración. Su nombramiento al frente de la FGR incendiaría el debate sobre la separación de poderes.

Omar García Harfuch
El actual secretario de Seguridad y Protección Ciudadana es, para muchos, el favorito natural. Tiene experiencia amplia en tareas de seguridad, goza de buena relación con la presidenta y mantiene un perfil público positivo tras sobrevivir a un atentado en 2020.
Sin embargo, su carrera está marcada por su paso por corporaciones policiales cuestionadas y por su cercanía política con la propia Sheinbaum. Un Harfuch fiscal abriría la puerta a un rediseño completo de la coordinación entre inteligencia civil, seguridad pública y Fiscalía. Para algunos, una oportunidad. Para otros, un riesgo.

Ernestina Godoy
La consejera jurídica de la Presidencia es quizá la figura más leal dentro del círculo cercano. Fue fiscal de la Ciudad de México, fundadora de Morena y candidata al Senado en 2024. Su principal obstáculo: su reciente paso por la Cámara Alta podría limitar su elegibilidad inmediata.
Godoy representa la visión más abiertamente política del proyecto de justicia del lopezobradorismo y ahora del sheinbaumismo.

El equilibrio que no se puede perder
La presidenta enfrenta una decisión monumental. La FGR es uno de los pilares del Estado. Elegir a su titular define la dirección de la procuración de justicia, pero también el mensaje político hacia aliados, opositores, gobernadores y, por supuesto, hacia Washington.
Sheinbaum ha insistido en la necesidad de coordinar más eficazmente a las fiscalías estatales. Pero esa coordinación depende, en buena medida, de quién encabece la Fiscalía General. Un fiscal fuerte puede impulsar reformas profundas. Un fiscal alineado puede agilizar la agenda presidencial. Un fiscal autónomo puede ser un contrapeso incómodo.
Este viernes, cuando la presidenta haga público el documento del Senado, México sabrá cuál de estos caminos empieza a tomar su gobierno.







