Puebla

La Casa de Alfeñique, una joya barroca convertida en máquina del tiempo

4 mayo, 2024 1:09 pm
Liliana Tecpanecatl

Apenas poner un pie en el elegante salón rojo, es como regresar a la Puebla de finales del siglo XVIII. La Casa de Alfeñique es un museo que nos traslada a la vida cotidiana de las familias acomodadas de aquella época.

Así lo señaló Patricia Vázquez Olvera, directora del Museo Regional Casa de Alfeñique desde hace 17 años:

“Hay un comedor muy grande, en esa época se utilizaban los comedores porque las familias y los invitados eran numerosos y una de las características que llaman mucho la atención es la cocina típica poblana”.

Conocer los detalles sobre la distribución de los espacios, la decoración, el porqué de tal o cual utensilio o mueble, nos acerca a las costumbres y rutinas de esas generaciones pasadas de poblanos, que fueron parte fundamental en la construcción de la sociedad actual.

El salón rojo, por ejemplo, era un elemento común en todas las casas ricas de aquella época. El color era símbolo de elegancia y estatus social, debía ser espacioso porque era dividido por un biombo, de un lado conversaban los hombres, del otro, las mujeres.

“En las casas de familias acomodadas era costumbre que tuvieras un salón rojo, (…) tenía que ser muy rojo, muy barroco, muy decorado, y aparte de representar estatus social, tenía que ser un espacio grande porque en el centro se ponía un biombo en las tertulias y convivían hombres y mujeres aparte, cada quien independientemente hablando de actividades de su género”.

La cama de la habitación y la cajonera, decoradas con motivos orientales, muestran la clara influencia de aquella cultura en Puebla, que fue posible a través de la Nao de China o Galeón de Manila, embarcaciones que viajaban entre Filipinas y los puertos de la Nueva España una o dos veces al año, estableciendo así el intercambio comercial entre ambas regiones.

La cereza del pastel, es la capilla cuyo altar asemeja al de la capilla del Rosario, uno de los tesoros del barroco poblano y da muestra de las arraigadas costumbres religiosas que prevalecen en nuestros días:

“El recorrido se cierra con una sala muy llamativa, muy importante que es la capilla familiar, está inspirada en la capilla del Rosario, un espacio muy barroco y muy representativo de Puebla”.

La mayoría de las personas, comete un error recurrente al referirse a este inmueble. Alfeñique no es un personaje, es un objeto, un dulce en específico. Esta golosina típica poblana tiene formas parecidas a las que decoran la fachada de la casa, por eso comenzaron a llamarla la Casa de Alfeñique:

“Casa de dulce, el alfeñique es un dulce, son de las figuritas, los ángeles, sobre todo los borreguitos con los que decoramos las ofrendas, los altares de muerto, dulce de alfeñique y lo más interesante es que los mismos habitantes lo relacionaron ese dulce, le decían casa de alfeñique o casa de confite”.

A unos pasos de la tradicional Calle de los Dulces y en contra esquina del típico mercado de artesanías del Parián, este inmueble es una joya de la arquitectura y visitar el museo, es un privilegio que no todos los habitantes de una ciudad tienen, La Casa de Alfeñique es una máquina del tiempo.





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