La ensalada de manzana, el ritual dulce de la Navidad mexicana
Redacción
En México, la Navidad no solo se celebra con luces, villancicos y abrazos, también se vive desde la cocina. Y entre los platillos que anuncian que la cena está por comenzar, hay uno que no necesita presentación: la ensalada de manzana. Cremosa, fresca y dulce, aparece cada diciembre como un recordatorio de que las tradiciones también se heredan con cucharas y recetas escritas a mano.
Su origen no es del todo claro, pero su adaptación es profundamente mexicana. Con manzana, crema, lechera, nuez, pasas y, en muchos hogares, un toque de piña o malvavisco, esta ensalada se convirtió en un clásico de la cena navideña. No importa la región ni la variante: siempre ocupa un lugar especial en la mesa, justo entre el bacalao, el pavo y los recuerdos familiares.
Más que un platillo, la ensalada de manzana es un ritual. Se prepara en familia, entre conversaciones, risas y discusiones sobre si debe llevar pasas o no, si la crema va antes que la lechera o si “así no la hacía la abuela”. Cada quien defiende su versión, pero todas tienen algo en común: están cargadas de memoria.
Para muchos, su sabor es el primer bocado de la Navidad; para otros, el último que queda en el refrigerador y que se sigue comiendo al día siguiente, como una extensión de la celebración. Es dulce, pero no empalaga; sencilla, pero entrañable. Y quizá por eso permanece.







