La fortuna y los últimos días de Hulk Hogan, el dios rubio del cuadrilátero

Hulk Hogan murió como vivió: a lo grande. El tipo que convirtió la lucha libre en un espectáculo con esteroides, lentejuelas y gritos de “Whatcha gonna do, brother?”, dejó este mundo el 24 de julio a los 71 años, tras un paro cardiaco en su mansión de Clearwater, Florida. ¿Irse rodeado de mármol y paramédicos? Muy Hulk Hogan.

Ahora hablemos de lo que todo el mundo quiere saber: ¿cuánto valía el legendario bigotón rubio cuando colgó las botas para siempre? La cifra final ronda los 25 millones de dólares. No está mal para alguien que luchó contra André el Gigante, el paso del tiempo y… Gawker.com. Sí, ese juicio porno le metió 31 milloncitos en el bolsillo después de que filtraran un video privado. Lo que es violar la privacidad y ganar la lotería al mismo tiempo.

Pero no todo fue color Hulkamanía. Su divorcio con Linda Hogan fue una carnicería financiera: perdió el 70% de los activos líquidos y parte de sus empresas. Ouch.

A pesar de los escándalos (¿recuerdan las grabaciones filtradas de 2015? Sí, esas), Hogan siguió siendo un show en sí mismo: películas bizarras como Mr. Nanny, un reality show con su familia y restaurantes como Hogan’s Hangout, que suenan más a club de striptease que a lugar para cenar.

Y mientras su salud se desmoronaba (cirugía cervical, oxígeno constante, pérdida de peso), Hogan buscaba reconciliaciones, especialmente con su hija Brooke. Dicen que quería dejar las cuentas emocionales saldadas. El tipo rudo también tenía corazón. O al menos lo intentaba.

Hulk Hogan fue más que un luchador: fue un fenómeno, una marca y un huracán humano. Y aunque el cuerpo ya no esté, su voz seguirá resonando cada vez que alguien grite “¡HULKAMANIA, HERMANO!”.