
La pequeña Iglesia católica en Mongolia llora al Papa que los hizo visibles
Redacción Tribuna
La microscópica comunidad católica de Mongolia expresó su dolor y gratitud esta semana tras la muerte del Papa Francisco, recordando su reciente visita como un gesto histórico y profundamente personal de inclusión para una de las poblaciones de fe más remotas del mundo.
El líder espiritual argentino, fallecido el lunes de Pascua a los 88 años, se convirtió en septiembre de 2023 en el primer papa en pisar este país del este asiático, donde el budismo es la religión dominante.
“Era una persona humilde, elegante y pacífica”, dijo Bilegmaa Sukhbaatar, de 62 años, una maestra jubilada que conoció al pontífice durante su visita.
“Cuando tomé sus manos, sentí tanta virtud”, relató a la AFP con emoción. “Perderlo fue devastador, como perder a un miembro de la familia, a un pariente consanguíneo”.
El viaje de cuatro días del difunto Papa a Mongolia se centró en el diálogo interreligioso, la labor misionera y la elevación de la pequeña comunidad católica, compuesta por poco más de 1,400 fieles en todo el país.
El miércoles por la tarde se celebró una misa de réquiem en la Catedral de San Pedro y San Pablo, en el centro de Ulán Bator, donde ahora se yergue una mesa ritual y un retrato enmarcado del Papa, rodeado de velas y lirios.
Las oraciones por el alma del Papa fueron dirigidas por el cardenal Giorgio Marengo, prefecto apostólico de Ulán Bator.
“Para nuestra pequeña comunidad en Mongolia, (la visita) significó mucho”, declaró Marengo a la AFP.
La atención del sucesor de San Pedro a esta comunidad demostró que los esfuerzos de muchos misioneros, así como las vidas y sacrificios de los fieles mongoles, fueron valorados por el jefe de la Iglesia Católica.