Las deslealtades

A los tiempos de la post pandemia se les apuesta una nueva sociedad, sensible, solidaria, agradecida, tras los malos tragos de los días, las semanas, los meses, los años del covid que ya cuesta cientos de miles de muertos en el mundo.

La aspiración es genuina, pero a juzgar por lo que se ve al momento, la humanidad se mantiene lejos y sin interés por rescatar sus valores esenciales, en un conglomerado en el que el reto para sobrevivir se produce entre arrebatos, deslealtades, ingratitudes y traiciones.

Esto ya lo observamos en muchos frentes en los que se debería de poner de manifiesto la supuesta nueva esencia de los sobrevivientes del covid, pero lamentablemente estos sobrevivientes siguen en la línea de aplaudir la escena romana del pan y circo para saciar sus malsanos sentimientos.

En este circo romano ubicamos a personajes en desgracia que en los dorados días de su poder lo compartieron todo, hasta cambiar destinos de pobreza y miseria por una escandalosa opulencia con la que no pudieron resistirse a tentaciones y las trampas del poderoso.

En la cumbre de su momento de esplendor, el cortejo y el asedio fueron las constantes del día a día hacia el poderoso.

Hoy en la desgracia, la memoria falla en todos, los juramentos de lealtad y fidelidad tuvieron fecha de caducidad. Y mientras los beneficiados de los buenos días disfrutan de la vida a lo grande, el poderoso que los cobijó y les compartió, enfrenta en la frialdad de la soledad su caída.

Y por si fuera poco, a los que les compartió todo hasta engolosinarlos, hoy se erigen en sus más severos jueces capaces de condenarlo a la hoguera.

Sencillamente “naturaleza humana” que salta cuando se pisotean los valores de la lealtad, la fidelidad, y la gratitud.

Adjetivos que sencillamente figuran sólo como palabras.