
“Ley Trasciende”: la cruzada de Samara Martínez por el derecho a morir con dignidad
Samara Martínez tiene 30 años y una serenidad que descoloca. Habla de la muerte con la misma naturalidad con la que otros conversan sobre el clima. “No es mi enemiga, es mi amiga”, suele decir. En un país donde el tema sigue siendo tabú, su voz resuena como un desafío ético y humano. Maestra universitaria, periodista y paciente con enfermedad terminal, Samara ha decidido convertir su propio sufrimiento en una causa: legalizar la eutanasia en México.
El próximo 28 y 29 de octubre, presentará ante el Senado de la República y la Cámara de Diputados la Ley Trasciende, una iniciativa ciudadana que busca reconocer el derecho a una muerte digna. No se trata —subraya ella— de una rendición, sino de una afirmación de libertad.
“Mi cuerpo, mi decisión. También en el final de la vida”, resume.
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Una vida entre máquinas y esperanza
Martínez padece lupus eritematoso sistémico e insuficiencia renal crónica, enfermedades que la obligan a permanecer conectada a una máquina de diálisis más de diez horas al día. Ha pasado por dos trasplantes de riñón fallidos, y los médicos ya no contemplan una tercera opción. “Vivir así es como tener la batería del cuerpo al diez por ciento todo el tiempo”, dice. Pero en lugar de hundirse, encontró un propósito: luchar por quienes viven atrapados en el dolor y la dependencia médica.
En su casa en Chihuahua, Samara graba videos para TikTok, donde tiene casi 400 mil seguidores. A través de esa plataforma, ha explicado con honestidad brutal qué significa sobrevivir conectada a una máquina, los límites de la voluntad anticipada y la diferencia entre eutanasia activa y pasiva. En uno de sus clips más virales responde, con una sonrisa luminosa, a la pregunta de por qué no simplemente se desconecta del aparato:
“Porque no quiero sufrir. Quiero morir dignamente”.
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El legado de una causa
La Ley Trasciende propone una reforma al artículo 166 de la Ley General de Salud, que actualmente tipifica la eutanasia como “homicidio por piedad”. Su objetivo es claro: despenalizar el acto médico de poner fin al sufrimiento irreversible, con acompañamiento médico, psicológico y tanatológico.
“No obliga a nadie, simplemente garantiza el derecho de decidir”, explica.
La iniciativa ha sumado más de 100 mil firmas en la plataforma Change.org y ha recibido apoyo de legisladores de Morena, PRI, PT y Movimiento Ciudadano. Samara insiste en que no busca politizar el tema:
“Les voy a pedir que la escuchen no desde la cuestión política, sino desde la dignidad humana”.
Durante su estancia en la Ciudad de México, participará en conversatorios y foros junto a médicos, juristas y pacientes, con la intención de abrir un debate nacional.
“Esta no es una lucha por morir”, repite, “es una lucha por vivir con dignidad hasta el final”.
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Una muerte en paz, una vida con sentido
Samara ha imaginado su “muerte perfecta”: en la playa, al atardecer, rodeada de su familia. No desde el morbo, sino desde una profunda serenidad.
“Mi cuerpo ya no puede sostener la vida que deseo, pero quiero despedirme en paz, sin dolor”, afirma.
Su historia tiene el poder de incomodar, porque nos obliga a mirar de frente lo que preferimos evadir: la frontera entre el deber de cuidar la vida y el derecho a decidir cuándo termina. En un país donde morir con dignidad sigue siendo ilegal, la voz de Samara Martínez nos recuerda que la compasión también puede ser un acto de justicia.
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