
Llega la Navidad en Venezuela pese a tensión económica y política
Gobierno promueve festejos anticipados mientras ciudadanos enfrentan inflación, bajos salarios y despliegue militar estadounidense
Desde este 1 de octubre, Venezuela entra nuevamente en temporada navideña por decisión del presidente Nicolás Maduro, quien mantiene la tradición de adelantar las festividades en un intento por dar un respiro al ánimo colectivo. Sin embargo, la celebración llega marcada por un contexto complejo: el despliegue militar de Estados Unidos cerca de las aguas venezolanas y una situación interna golpeada por la inflación, los bajos salarios y la incertidumbre política posterior a las presidenciales de 2024.
Pese a la tensión diplomática y a los llamados oficiales a reforzar la Milicia Bolivariana y participar en jornadas de adiestramiento militar, la vida cotidiana transcurre sin mayores alteraciones: los estudiantes asisten a clases, las oficinas y comercios mantienen sus puertas abiertas, el transporte público circula lleno, las playas reciben turistas y las calles de Caracas se iluminan con letreros de “Feliz Navidad”.
El gobierno insiste en que el despliegue estadounidense representa una “amenaza a la soberanía”, mientras promueve movilizaciones desde agosto como respuesta. No obstante, en el día a día, los ciudadanos enfrentan una preocupación distinta: el costo de la vida.
“El verdadero problema es económico, no hay poder adquisitivo”, expresó Yuraima Mena, pensionista de 65 años, quien asegura que la pensión que recibe —equivalente a 72 centavos de dólar a la tasa oficial— junto a un bono de alrededor de 50 dólares, apenas alcanza para sobrevivir. Como muchos venezolanos, ve en la escalada del dólar y en el encarecimiento de los productos su principal desafío, más allá de las tensiones geopolíticas.
La Navidad adelantada busca ofrecer un respiro en medio de la adversidad. Sin embargo, entre el ruido de villancicos, las luces en plazas y bulevares, y la convocatoria a movilizaciones oficiales, los venezolanos celebran con una mezcla de esperanza y resignación, recordando que, en medio de la fiesta, persiste el peso de una economía que limita sus posibilidades.