Muere Giorgio Armani: más que moda, una industria

El mundo de la moda acaba de perder a su rey indiscutible. Giorgio Armani, el tipo que convirtió el traje en un símbolo de poder y deseo, murió este jueves en Milán a los 91 años, rodeado de su familia y de Leo Dell’Orco, su compañero de vida. Sí, Armani siguió trabajando hasta el final, como si la muerte tuviera que pedirle cita previa para llevárselo.

Armani no era un simple diseñador; era un arquitecto de la elegancia. Fue él quien miró a los trajes de los años 70 y dijo: “¿Por qué demonios siguen siendo tan rígidos?”. Así nació la chaqueta desestructurada y el famoso “power suit”, con el que millones de ejecutivos, actrices y políticos creyeron que eran dioses en la Tierra. Richard Gere en American Gigolo no solo llevaba Armani, él era Armani.

Su empresa, que empezó con apenas 10 mil dólares, se convirtió en un monstruo de 2.700 millones de dólares en ventas anuales. Perfumes, gafas, jeans, hoteles y hasta muebles llevaron su nombre. Nunca vendió su compañía a un conglomerado de lujo porque, como él decía, prefería ser el dueño de su destino que un empleado bien pagado.

Armani nació en Piacenza, estudió medicina, fue al ejército y un día decidió que vestir maniquíes era mejor que revisar cadáveres. Y vaya que acertó. Hasta sus últimos días seguía diseñando, como si quisiera asegurarse de que el mundo nunca regresara a los trajes acartonados.

Hoy, Hollywood, las pasarelas y las oficinas del mundo están de luto. Porque si alguien nos enseñó que la ropa puede hacerte sentir invencible, fue Giorgio Armani.