Navidad: el tiempo que invita a perdonar y sanar heridas
Redacción
La Navidad no solo llega con luces, regalos y reuniones familiares. También trae consigo una pausa necesaria, un momento para mirar hacia adentro y reconocer aquello que duele, que pesa y que, muchas veces, se ha guardado en silencio durante todo el año.
En estas fechas, los reencuentros suelen remover emociones profundas. Viejas discusiones, distancias no resueltas o palabras que nunca se dijeron reaparecen entre abrazos incómodos y mesas compartidas. Sin embargo, la Navidad ofrece algo más que celebración: brinda la oportunidad de perdonar, no como un acto de olvido, sino como un gesto de liberación.
Perdonar no significa justificar el daño ni borrar lo ocurrido. Significa decidir no seguir cargando con el rencor. Para muchos, sanar implica hablar, pedir perdón o aceptar que algunas heridas necesitan tiempo. Para otros, basta con soltar expectativas y elegir la paz interior.
El cierre de año también invita a la reconciliación personal. Perdonarse a uno mismo por decisiones tomadas, errores cometidos o caminos que no salieron como se esperaba. La Navidad recuerda que la fragilidad humana es parte de la experiencia y que siempre existe la posibilidad de comenzar de nuevo.
En medio del ruido, las prisas y las tradiciones, el verdadero sentido de estas fechas puede encontrarse en los pequeños gestos: un mensaje, una llamada, un abrazo sincero o incluso el silencio respetuoso. A veces, sanar no requiere grandes palabras, sino voluntad.
Así, la Navidad se convierte en un espacio para reconstruir vínculos, cerrar ciclos y permitir que el año termine con menos heridas abiertas y más esperanza. Porque no hay regalo más valioso que la paz que nace del perdón.







