¿Nuestra legislación fiscal será de izquierda o de derecha?
«La distinción entre derecha e izquierda que
durante casi dos siglos -desde la Revolución
Francesa en adelante- sirvió para dividir
el universo político en dos partes opuestas
ya no tiene ninguna razón
de seguir siendo utilizada».
Norberto Bobbio
Ahora que está nuevamente de moda en el país la creencia de que aun existen políticas públicas de izquierda y de derecha, muy a pesar de que estas posiciones opuestas han quedado estancadas, básicamente, a partir de la caída del muro de Berlín en noviembre de 1989 y por las consecuencias que se sucedieron con este suceso histórico particularmente en Europa; con esta nueva moda, pues, bien valdría la pena poner en la mesa la pregunta respecto a si la legislación fiscal está sustentada en políticas públicas de izquierda o de derecha.
Claramente, la respuesta es contundente. Si asumimos que las propuestas de izquierda le dan preferencia a los derechos de igualdad, entonces, la legislación fiscal no tiene nada que ver con ellas, ya que basta con observar que, en la legislación tributaria, se deja a su suerte a los contribuyentes ante tantas cargas fiscales y, por otro lado, a los pequeños y medianos contribuyentes se les impide crecer bajo estos esquemas de tributación que hay. La legislación tributaria es, en resumen, un impedimento al crecimiento de amplios sectores, los cuales no pueden hacer más, no pueden aspirar a más sino a la simple subsistencia.
La legislación tributaria está creada, diseñada y organizada para que cada quien se quede en la posición que le corresponde; para que, el que se encuentra en la medianía, se mantenga en ella; el que se encuentra debajo, de la misma forma, y el que se encuentre en la parte muy, pero muy superior, no se preocupe de posibles competencias de medianos y pequeños y vivan en el paraíso manteniéndose en esa estratosfera.
La legislación fiscal mexicana, y la que se extiende a todo América Latina (porque es similar en todo el continente), impide el crecimiento de los contribuyentes, por lo menos, en el mercado nacional; éstos tienen muy lejos las oportunidades de exportación, salvo que sean medianos empresarios mexicanos que maquilen o siembren para sus clientes extranjeros ya muy bien delimitados.
Las leyes tributarias son como lo decía Martín Fierro, creadas como las telarañas solamente para detener y atrapar a los pequeños insectos, pero no a los muy pequeños, sino a los medianos; menos a los grandes, pues, en este caso, son ellos quienes aplican las leyes tributarias.
Es evidente que no podremos dejar de depender de las remesas, de los préstamos, de los que inviertan, de lo que haga y deje de hacer el Estado si no se lleva a cabo la tan mencionada reforma hacendaria, que, normalmente, es tema de conversación en cada administración pública. Como para la presente, que sostuvo que la dejaría para un segundo momento. Lo cierto es que mantener vigente esta legislación tributaria en tiempos de gobiernos de izquierda no tiene coherencia ni, menos aún, lógica. Sin embargo, se ha sostenido esta legislación, cuyo resultado, ahora con la pandemia, evidentemente es el desempleo, el abandono de los locales, restaurantes, bodegas, etc.; una quiebra generalizada de los negocios, mientras que, por su parte, las instituciones del Estado y sus servidores públicos siguen de espaldas a la población, justificándose con el confinamiento, como si ello fuera suficiente para que se resuelva el problema.
Lo cierto es que un gobierno de verdadera izquierda, desde el primer minuto de su mandato, se hubiera encargado de establecer una serie de cambios indispensables para abolir esta legislación arbitraria que tiene la nación mexicana. No obstante, cabría decir que esta legislación no es, ni siquiera, de la propia derecha, sino que, ciertamente, se trata de otra cosa. (Web: parmenasradio.org)