Puebla

Procesión de Viernes Santo: un acto solemne de la fe católica

En un ambiente de fervor y devoción, la procesión de Viernes Santo avanzó en el primer cuadro de la ciudada, atrayendo a cientos de creyentes a espera del paso de la imagen de Jesús

29 marzo, 2024 7:11 pm
Liliana Tecpanecatl

Puebla, Puebla.- A lo lejos se observa una urna de cristal y en un su interior, una escultura vestida de rojo. El pequeño tamaño de la imagen, no más de 15 centímetros, contrasta con el impacto que genera entre los presentes. Algunos agachan la cabeza, otros se persignan a su paso.

Las personas que van acompañados de niños, los alzan sobre sus hombros y les indican que observen, que oren, luego les hacen la señal de la cruz sobre las frentes. Es el Santo Niño Doctor de los Enfermos. Llegó a Puebla desde Tepeaca, para encabezar la procesión de este Viernes Santo.

Una a una, las imágenes que forman parte de esta tradicional ruta, que reúne a más de 160 mil feligreses, fueron recorriendo las calles del primer cuadro de la Angelópolis: la Virgen de la Soledad, el Señor de las Misericordia, el Señor de las Tres Caídas, la Virgen de Dolores, Jesús Nazareno y el Señor de las Maravillas.

En esta ocasión, monseñor Víctor Sánchez Espinosa, arzobispo de Puebla, siguió la procesión a bordo de una unidad móvil, debido a que aún se encuentra convaleciente, tras haber sido intervenido quirúrgicamente en semanas pasadas.

Devoción espiritual

Al paso de las imágenes, la gente no duda en manifestar su fervor. Las madres, cruzan las manos sobre su pecho cuando procesionan las advocaciones de la Virgen María, y la miran con amor, pareciera que comparten su dolor, su angustia.

El Señor de la Misericordia provoca aplausos, la gente lo ve pasar, replican la leyenda escrita con flores sobre sus andas y gritan a todo pulmón: “¡Señor, en ti confío!”. Otras personas se hincan al paso del Señor de las Tres caídas, musitan oraciones, se santiguan.

El ambiente, que ya de por sí es solemne, adquiere una mística aún más especial. Se escucha el redoble de los tambores y el sonido de las matracas, señal de que se aproxima Jesús Nazareno, acompañando de su histórica confradía, las más antigua de la ciudad.

Al grito de ¡Viva Cristo rey!, le sigue en la ruta, el Señor de las Maravillas, la imagen más venerada de Puebla y la región, en la advocación del Señor de las Tres Caídas, que este año estrenó unas andas que pesan casi una tonelada.

La imagen de Jesús, que es porteada por hombres vestidos de negro de pies a cabeza, ya que para conservar el anonimato de su penitencia, llevan capuchas y largas túnicas; emociona a los feligreses, a algunos de ellos, hasta las lágrimas.

Una a una, las imágenes, despiertan en los asistentes emociones casi inexplicables. Ana María es enfermera y acudió a pedir que el Niño Doctor la ilumine para ejercer sabiamente su profesión.  Antonio, le reza al señor de las Maravillas porque lo liberó del alcoholismo.

Lucía perdió a su hijo hace más de 20 años, en el trayecto hacia los Estados Unidos.  Ella asegura sentir la pena de la Virgen de los Dolores, y ver su rostro, le hace sentirse menos sola. Hilario, acompaña en la procesión al Señor de la Misericordia, quien le ayudó a superar el cáncer.

Escuchando sus testimonios, la procesión del Viernes Santo toma total sentido. Los vivas, las porras y aplausos son incluso insuficientes para agradecer los favores recibidos. Es la fe viva, ellos son los milagros vivientes y el recorrido, la materialización de su fe.





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