Task: La nueva gran serie criminal de HBO

HBO volvió a hacerlo. Sí, otra serie de crimen. Pero antes de que ruedes los ojos y pienses “meh, ya vi True Detective, ya lloré con Mare of Easttown, ¿qué más pueden inventar?”, déjame decirte algo: Task no es el típico thriller de policías buenos contra ladrones malos. Aquí no hay héroes, solo un montón de tipos rotos que viven con más culpas que Alito Moreno. Y si, todo ese drama funciona de maravilla.

 

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La serie, creada por Brad Inglesby (el mismo genio detrás de Mare of Easttown), arranca con dos frentes. Por un lado, Mark Ruffalo interpreta a Tom Brandis, un agente del FBI que carga con una tragedia familiar tan pesada como un ataúd. Del otro, tenemos a Robbie (Tom Pelphery), Cliff (Raúl Castillo) y Peaches, tres basureros que de día recogen tu mugre y de noche entran a tu casa a robarte hasta las medias. Sí, esos mismos tipos invisibles que pasan cada martes por tu calle y que ahora resultan ser ladrones. La idea vino de una conversación que tuvo Inglesby con un asesor criminal: “los basureros saben todo de ti porque revisan tu basura”. Bendito Estados Unidos. El primer capítulo es un puñetazo en la cara. Empieza lento, casi bucólico, y termina en un baño de sangre con un niño muerto de por medio. Aquí es donde la cosa se pone seria: Robbie y Cliff quedan atrapados en un dilema moral tan oscuro que ni Freud podría desentrañar. No son villanos caricaturescos; son hombres comunes que cruzan la línea porque la vida los arrinconó. Y eso es lo que da miedo: podrían ser tus vecinos. Ruffalo brilla, claro, pero el elenco entero se luce. Raúl Castillo confesó que lloró leyendo los guiones, y eso que el tipo interpreta a un criminal. ¿Por qué? Porque Inglesby no escribe personajes planos; escribe humanos que se equivocan, dudan, aman y joden la vida de otros sin querer. Aquí todo se mueve en la zona gris: ni policías santos ni ladrones demonios. Solo gente tratando de sobrevivir.

 

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Lo mejor es que la serie no depende de decorados de cartón ni de pantallas verdes. Todo fue filmado en Pensilvania, en pueblos donde realmente huele a basura, sudor y desesperación. Eso le da un realismo brutal. Como dijo Castillo, estar ahí, entrenando como basurero y conviviendo en esos paisajes, hizo que cada escena pareciera más documental que ficción. Y ojo: si esperas un “quién lo hizo” elegante, al estilo Mare of Easttown, olvídalo. Task es emocional, visceral, sucia. Es la historia de lo que pasa cuando el dolor y la desesperación te llevan a cruzar líneas que no puedes borrar. Aquí el suspenso es solo la excusa: lo importante es la humanidad desnuda, contradictoria y jodidamente real de sus personajes. En resumen: HBO ya tiene otra joya criminal en su vitrina. Y si Mare fue el drama intelectual, Task es la patada al estómago. Prepárate para llorar, maldecir y, tal vez, sentir lástima por los tipos que te robarían la televisión mientras sacas la basura.