Redacción
La tecnología suele venderse como sinónimo de comodidad. Y muchas veces lo es. Pagar con solo acercar una tarjeta o un teléfono a una terminal se ha vuelto parte de la rutina cotidiana. Sin embargo, esa misma facilidad abre la puerta a nuevas vulnerabilidades. Una de ellas es el llamado toque fantasma, una modalidad de fraude que crece al mismo ritmo que los pagos sin contacto.
El toque fantasma —o ghost tapping— se aprovecha de la tecnología NFC y RFID, diseñada para transmitir información a corta distancia. En condiciones normales, el sistema es seguro. El problema surge cuando delincuentes, con equipo especializado, logran interceptar o imitar esa señal para realizar cargos sin que la víctima lo note de inmediato. No hay forcejeos ni tarjetas clonadas a la vista. Todo ocurre en silencio.
El modus operandi varía. En su versión presencial, el fraude suele ocurrir en espacios saturados: transporte público, centros comerciales o conciertos. El delincuente se acerca lo suficiente, utiliza un lector NFC portátil o un teléfono modificado y captura el token de la tarjeta para retransmitirlo a una terminal de pago. El cargo se hace en segundos. La víctima sigue su camino.
La otra modalidad es más sofisticada y, quizá, más peligrosa: el fraude remoto. Aquí entra la ingeniería social. Mediante aplicaciones maliciosas o engaños digitales, los criminales convencen al usuario de instalar un software que extrae la señal de su tarjeta. Con ese código, realizan compras a distancia, sin necesidad de contacto físico alguno.
Las cifras explican por qué este tema debería preocuparnos. De acuerdo con Kaspersky, el toque fantasma tiene un auge notable en América Latina. Brasil encabeza la lista mundial de bloqueos de tarjetas por intentos de fraude digital. México, aunque sin estadísticas específicas sobre este delito, ocupa el segundo lugar regional en ciberataques, con más de 108 millones de incidentes de malware en un año. Sumsub añade otro dato inquietante: los fraudes crecieron más de 27% en el primer trimestre de 2025 frente al mismo periodo del año anterior.
La prevención, aunque no infalible, es posible. Usar carteras con bloqueo RFID, desactivar el NFC cuando no se utiliza, evitar pagos sin contacto en zonas concurridas y activar alertas bancarias son medidas básicas. En un entorno digital cada vez más veloz, la vigilancia personal sigue siendo la mejor defensa.
