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Tregua comercial entre China y EE.UU.: otra prórroga, muchas dudas

29 julio, 2025 12:08 pm



Estados Unidos y China han decidido extender, una vez más, su famosa tregua arancelaria. El anuncio lo dio este martes en Estocolmo el viceministro de Comercio chino, Li Chenggang, después de dos días de negociaciones “francas y exhaustivas”. Claro, no se precisaron fechas ni condiciones, pero todo apunta a una prórroga de 90 días. Otra más.

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Los antecedentes son clave. Desde mayo, las dos mayores economías del mundo han sostenido rondas de negociación en Ginebra, Londres y ahora en la capital sueca. El patrón se repite: conversaciones, desacuerdos, amenazas veladas… y luego una extensión temporal para evitar el colapso. De acuerdo con analistas y funcionarios como Scott Bessent, secretario del Tesoro estadounidense, el 12 de agosto expiraba el último acuerdo. Sin un nuevo pacto, los aranceles regresarían al 34%. Afortunadamente, eso no ocurrió —al menos por ahora.

La lógica detrás de esta tregua comercial parece ser la de patear el balón hacia adelante mientras se compra tiempo político y económico. Trump, en su segundo mandato, juega a la presión máxima: impuso aranceles de hasta 145% a productos chinos en abril. Beijing respondió con una dosis similar: tasas de 125%. Fue hasta mayo cuando ambos países acordaron reducir esos niveles de manera temporal. El problema es que el comercio bilateral, lejos de recuperarse, cayó más de 10% en la primera mitad de 2025.

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En paralelo a las negociaciones, el gobierno chino ha hecho una campaña de apaciguamiento con empresas estadounidenses. Ejecutivos de Apple, Thermo Fisher y FedEx visitaron Beijing, donde recibieron el mensaje de que China sigue abierta a negocios… siempre que haya “respeto mutuo”. Una frase que se repite tanto como la palabra “tregua”.

Trump, por su parte, mantiene un doble juego. Mientras estira el conflicto con China, avanza acuerdos con otros países asiáticos como Japón, Indonesia y, pronto, Taiwán e India. Es decir, redibuja la arquitectura comercial regional sin cerrar todavía con su principal rival estratégico.

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El informe más reciente del FMI pone contexto a todo esto. Proyecta un crecimiento de 4.8% para China en 2025 —revisión al alza—, mientras que la economía estadounidense muestra signos de desaceleración. El PIB cayó 0.5% en el primer trimestre. Trump no puede darse el lujo de una recesión alimentada por una guerra arancelaria prolongada. Y Xi Jinping tampoco puede arriesgarse a un desplome de su sector exportador.

En ese contexto, la prórroga es una decisión pragmática. Pero no es una solución. Las tensiones estructurales entre ambos países —el exceso de capacidad industrial china, la venta de TikTok, el petróleo iraní y ruso, el fentanilo— siguen ahí, como bombas de tiempo.

La gran incógnita es si se llegará a un acuerdo real en octubre, durante el Foro APEC en Corea del Sur. Para eso, tendrán que sentarse Trump y Xi, cara a cara, y definir qué significa “progreso suficiente”. Mientras tanto, los mercados respiran, pero no se relajan, y así será durante mucho tiempo.





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