Ciencia y Tecnología

Un árbol y una corona: la Navidad también sucede en el cosmos

24 diciembre, 2025 2:34 pm

Redacción

Cada diciembre repetimos los mismos rituales: luces, árboles, coronas, la promesa de cerrar ciclos y comenzar otros. Lo curioso —y quizá lo reconfortante— es que el universo parece acompañarnos en esa coreografía simbólica. La NASA difundió recientemente nuevas imágenes de dos cúmulos estelares que, por una feliz coincidencia cósmica, evocan de manera casi perfecta un árbol de Navidad y una corona festiva. No es solo una postal bonita: es una lección de tiempo, origen y fragilidad.

Near the outskirts of the Small Magellanic Cloud, a satellite galaxy roughly 200 000 light-years from Earth, lies the young star cluster NGC 602, which is featured in this new image from the NASA/ESA/CSA James Webb Space Telescope. This image includes data from Webb’s NIRCam (Near-InfraRed Camera) and MIRI (Mid-InfraRed Instrument). The local environment of this cluster is a close analogue of what existed in the early Universe, with very low abundances of elements heavier than hydrogen and helium. The existence of dark clouds of dense dust and the fact that the cluster is rich in ionised gas also suggest the presence of ongoing star formation processes. This cluster provides a valuable opportunity to examine star formation scenarios under dramatically different conditions from those in the solar neighbourhood. [Image description: A star cluster is shown inside a large nebula of many-coloured gas and dust. The material forms dark ridges and peaks of gas and dust surrounding the cluster, lit on the inner side, while layers of diffuse, translucent clouds blanket over them. Around and within the gas, a huge number of distant galaxies can be seen, some quite large, as well as a few stars nearer to us which are very large and bright.]

Uno de ellos es NGC 2264, conocido como el Christmas Tree Cluster. Está a unos 2,500 años luz de la Tierra, relativamente cerca en términos astronómicos. Las estrellas que lo componen son jóvenes, apenas entre uno y cinco millones de años. Para ponerlo en perspectiva: nuestro Sol, que creemos eterno, tiene unos cinco mil millones de años. En las imágenes combinadas del Observatorio de Rayos X Chandra y datos ópticos captados desde Arizona, estas estrellas aparecen como luces blancas y azules, incrustadas en nubes verdes de gas que parecen agujas de pino. Un árbol navideño, sí, pero uno que todavía está creciendo.

El segundo objeto es NGC 602, ubicado en los márgenes de la Pequeña Nube de Magallanes, una galaxia vecina a unos 200 mil años luz. Aquí la forma recuerda a una gran corona cósmica. No es casualidad que la comparación funcione tan bien: desde la antigüedad, las coronas simbolizan el ciclo de la vida, la muerte y el renacimiento. Y eso es exactamente lo que observan los astrónomos en este cúmulo. Las imágenes combinan datos del telescopio James Webb y de Chandra: el anillo oscuro está formado por densas nubes de polvo, mientras que los rayos X —marcados en tonos rojos— delatan la presencia de estrellas jóvenes y masivas que irradian energía hacia el espacio interestelar.

Hay algo profundamente humano en mirar estas imágenes en diciembre. No porque el universo “celebre” con nosotros, sino porque proyectamos en él nuestras preguntas más antiguas. ¿De dónde venimos? ¿Cuánto dura un ciclo? ¿Qué queda después? En NGC 602, las estrellas tienen menos elementos pesados que el Sol; se parecen más a las que existían cuando el universo era joven. Mirarlas es, literalmente, mirar hacia atrás en el tiempo.

Estas imágenes no solo sirven para adornar comunicados científicos con metáforas navideñas. Son recordatorios incómodos y bellos de nuestra escala. Mientras nosotros medimos el año en semanas y propósitos, allá afuera se miden en millones de años y en procesos que apenas comenzamos a entender. Aun así, seguimos buscando formas reconocibles: árboles, coronas, luces.

Tal vez por eso nos conmueven. Porque incluso en el silencio frío del espacio, seguimos encontrando historias. Y porque, al final, mirar al cielo en estas fechas sigue siendo una manera de preguntarnos —con humildad— cuál es nuestro lugar en este vasto y luminoso jardín cósmico.

Wispy green clouds in a conical shape strongly resemble an evergreen tree. Tiny specks of white, blue, purple, and red light, stars within the cluster, dot the structure, turning the cloud into a festive, cosmic Christmas tree.





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