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Zonas protegidas, territorios en olvido

22 julio, 2022 1:40 pm
Pilar Bravo

Puebla, de acuerdo con el Atlas geográfico, cuenta con cinco Áreas Naturales Protegidas.  Pocos saben cuáles son, y permanecen como territorios en olvido.

Las cinco Áreas Protegidas del Estado son: Valsequillo, Sierra del Tenzo, Cerro Zapotecas, Parque Estatal Lagos de Tepeyahualco y Guadalupe Victoria; Cerro Colorado, y ahora Flor del Bosque.

Estas áreas protegidas son reguladas por el Reglamento de la Ley de Bioseguridad.

1. Humedal de Valsequillo

Es un parque estatal; su declaratoria fue hecha el 11 de abril del 2012. Este humedal se localiza al sur del municipio de Puebla en la cuenca del alto Balsas, incluyendo un valle aluvial formado por el río Atoyac, la presa Manuel Ávila Camacho (Presa Valsequillo) y zonas boscosas mezcladas con áreas de cultivo. El total del humedal protegido es de 13 mil 700 hectáreas, que abarcan cinco juntas auxiliares.

2. Cerro Zapotecas

Es un parque estatal ubicado en el municipio de San Pedro Cholula con una superficie de 536 hectáreas. El decreto que lo señala como área protegida data del 26 de noviembre de 2008.

Apenas esta administración, a través de la Secretaría del Medio Ambiente, decidió emprender su regeneración. Primero, con el corte de 500 árboles muertos, y luego con la resiembra de 22 mil nuevos árboles que en 50 años permitirá tener un importante pulmón para la zona metropolitana.


3. Sierra del Tentzo

Fue declarado Reserva Estatal y está ubicado en los municipios de Atlixco, Ayoyatempan, Huaquechula, Huatlatlauca, Huehuetlán El Grande, Molcaxac, Ocoyucan, Puebla, San Juan Atzompa, Teopantlán, Tepeojuma, y Tzicatlacoyan.

Lo anterior fue publicado en el Periódico Oficial del Estado de Puebla el 29 de abril del 2011.

El área corresponde a la poligonal contenida en el Decreto del Ejecutivo del Estado, que declara Área Natural Protegida denominada “Sierra del Tentzo”.

El Tentzo es el cerro que le da nombre a la sierra y a la reserva de la biosfera. Sobre la ladera oriental del cerro se levanta una escarpada que tiene una figura de cara humana con barba de donde toma su nombre: Tentzón o “Barba”.

La Sierra del Tentzo es una pequeña cordillera de cerros escabrosos, calizos y áridos que se levanta en la altiplanicie poblana.

Se trata de un área natural protegida con 57 mil 815 hectáreas. Por su ubicación geográfica, la variación climática y las diferencias en altitud, el área alberga un gran número de especies animales y vegetales endémicas y de importancia económica para sus habitantes. Al menos, 91 especies de plantas medicinales, 18 especies de mamíferos, 153 especies de aves, 21 especies de anfibios y reptiles.


4. 
Parque Estatal Lagos de Tepeyahualco y Guadalupe Victoria

El Parque Estatal “Lagos de Tepeyahualco y Guadalupe Victoria” comprende una superficie de 38 mil 183.69 hectáreas. Existen diferentes ecosistemas representativos de las regiones ecológicas y biogeográficas  como bosques de pino, bosques de pino-encino, bosque de táscate, matorral desértico rosetófilo y pastizal halófilo. Además, alberga cuatro lagos cráter: “Alchichica”, “Quecholac, “Atexcac”, “La Preciosa”  o “Las Minas”.

Es una zona de inundación, con característica de humedal, como lo es el “El Salado”.

El área presenta un enorme valor científico; por ello, los ecosistemas acuáticos y los terrestres han sido objeto de una gran diversidad de estudios: climáticos, geológicos, hidrológicos, botánicos, faunísticos, limnológicos y ecológicos, entre muchos otros.

Los cuerpos de agua conforman un laboratorio natural por la presencia de especies endémicas, que sólo habitan ahí y que por ello son únicas en el planeta; sin dejar de señalar la presencia de estromatolitos epicontinentales en la Laguna de Alchichica, que sólo existen en el país en Cuatro Ciénegas, Coahuila.

Los ecosistemas acuáticos además poseen una belleza escénica única, gracias a la existencia singular de los lagos cráter inmersos en la planicie semiárida que caracteriza a la región y que acentúa el contraste visual de los tonos ocres de la planicie con el tono verde azulado de los espejos de agua.

5. Cerro Colorado

Otra Reserva Natural es la poligonal denominada “Cerro Colorado” que  tiene una amplia variedad de flora, parte de ella es endémica, por lo que es indispensable su conservación y preservación.

Sus características biológicas y fisiográficas son de suma importancia como proveedora de servicios ambientales para el valle de Tehuacán, la zona presenta un alto grado de conservación de sus componentes naturales, caracterizado de manera general por 8 tipos de vegetación: matorral desértico rosetófilo, selva baja caducifolia, chaparral, bosques de pino – encino, bosque de encino, bosque de pino, bosque de mezquite y pastizales.

Al formar parte de la Sierra Negra es un lugar de recarga y afluente del recurso hídrico para la parte baja del valle y cuenta con comunidades vegetales que forman un “jardín botánico”, y se presentan fenómenos biológicos superlativos, con la reproducción, estancia y migración de diferentes especies de fauna.

Flor del Bosque

La declaratoria de hace unos días indica que se considera Área Natural Protegida a mil 507 hectáreas que conforman Flor del Bosque, superficie ubicada al oriente de la capital en colindancia con Amozoc.

La declaratoria tiene la finalidad de conservar, preservar y restaurar, así como aprovechar de manera sustentable los recursos naturales de esta área.

Zonas protegidas, territorios en olvido

La Secretaría del Medio Ambiente, Desarrollo Sustentable y Ordenamiento Territorial será la responsable de la conservación y protección de la nueva área natural protegida, así como de los elementos que la integran para proteger la flora y fauna como son los reptiles, anifibios, aves y mamíferos que habitan la zona.

Esta dependencia tendrá un año para crear un Programa de Manejo del Área Natural Protegida con la finalidad de establecer e instrumentar las acciones para preservar las especies existentes de flora y fauna.

Zonas protegidas, territorios en olvido

Con la declaratoria se prohíben diversas actividades, por ejemplo, modificar las condiciones naturales del área, incluyendo sus recursos; interrumpir, rellenar, desecar o desviar los flujos hidráulicos y alimentar, hacer contacto físico o hacer ruidos intensos que alteren el comportamiento natural de los ejemplares de la vida silvestre.

Estas áreas protegidas por decretos no tienen proyectos de inversión. Algunas por el avance demográfico se van perdiendo poco a poco, por lo que es de vital importancia ejercer medidas de mitigación correctas para garantizar que estos espacios que brindan servicios ecosistémicos necesarios para toda la región no se vean afectados, advierte el investigador de Ciencias Naturales la Universidad Iberoamericana Fernando Lape Kaplun.

Imágenes: Agencia Enfoque





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