23 de junio de 1937
«El problema del sector más importante de comunicaciones
y transportes que representan los Ferrocarriles Nacionales
de México, pues basado su funcionamiento en
una supuesta explotación privada bajo el control
del Estado, estaba sufriendo todos los obstáculos
que resisten las explotaciones de lucro particular
y haciendo refulgir sobre las espaldas de
la Nación muchos y variados factores de fracaso».
Lázaro Cárdenas del Río
Junio de 1937
El 23 de junio de 1937, se publicó el decreto expropiatorio de los ferrocarriles en México, llevado a cabo por el presidente Lázaro Cárdenas; los cuales estaban concesionados a particulares, siendo uno de los transportes —si no es que el único— más importante de la nación en aquellos tiempos, cuya red ferroviaria, después de la revolución, quedó gravemente dañada y sin posibilidades de mejoría por parte de la iniciativa privada propietaria de los trenes.
Hay que recordar que, en aquella guerra de guerrilla que fue la Revolución Mexicana (entre el ejército y los grupos revolucionarios), el corazón del conflicto fue el tren que quedó junto con todo el sistema ferroviario averiado. Por ello, había que recuperarlo. Sin embargo, con tal decreto expropiatorio, tal anhelo pareció ser pasajero, ya que hoy —a más de ochenta años— sigue sucediendo que el transporte en la nación no es el tren; éste prácticamente desapareció como ese medio idóneo de transporte e, incluso, sólo en muy contadas ocasiones es usado para las mercancías.
La muestra de que no se le ha dado prioridad al tren es que se ponderó por las carreteras y los vehículos. Por eso, hoy vemos tantos accidentes en ellas, en las autopistas; los asaltos; los dramáticos accidentes que ocurren en las casetas de peaje por sólo tener en función dos o tres de cinco o siete que de ellas hay en las autopistas, lo cual ocasiona tumultos o, inclusive, accidentados y muertos. Toda una problemática debida a la ausencia de trenes, es decir, a que no hay la red ni los trenes suficientes para el servicio tan requerido por pasajeros y para cargar las mercancías que hay que distribuir por toda la nación.
También, en la actualidad, observamos en las carreteras vehículos de carga y transporte que en otros países no tendrían ninguna función por las condiciones en que se encuentran; lo cual es otra muestra de la falta de cumplimiento de las propias autoridades, que permiten que sigan circulando en las carreteras de México estos vehículos, a pesar de que son un peligro para el conductor y para todos los que se encuentran dentro de ese transporte.
En otros casos, aparecen vehículos de doble remolque circulando en todo el territorio nacional, porque las autoridades lo permiten; algo que en muchos países de Europa están prohibido, por el grado de inseguridad que representan para la ciudadanía. Sin embargo, en América Latina, muchas de las empresas que fabrican estos vehículos es donde pueden enajenarlos, además de que, si no tuviéramos ese transporte tan peligroso, también tendríamos una grave carestía de productos de primera necesidad aquí en México.
A ese transporte vehicular, habrá que adicionar los costos que representa circular la mercancía en todo el territorio nacional; es un gasto enorme, que ha provocado el aumento súbito del flete o la tardanza en la entrega de la mercancía. Pero lo más preocupante es el aumento en el costo de los productos, ya que basta con hacer una somera comparación de muchos de los productos que entran a México, tales como alimentos o ropa, con su valor de origen; en gran parte, el aumento se debe al transporte, pues no hay que perder de visa que, en ocasiones, los grandes camiones están escoltados por patrullas o equipos de vigilancia.
Falta mencionar el transporte aéreo, cuyo costo triplica al de los transportes por tierra. Ahora bien, todo ello se debe a la ausencia de una red de trenes y debidamente diseñada por todo el territorio nacional, que mejoraría el valor de los productos, la seguridad en las carreteras, más empleo con mejores condiciones que el de un conductor de camión, quien, incluso, cobra por viaje. Todo ello sigue, rutinariamente, quedando en segundo lugar. Por lo cual, la fecha del decreto expropiatorio del tren es simplemente histórica, porque no nos deja nada de experiencia, salvo la vergüenza de que, en esos tiempos, se pudo hacer algo por los trenes y ahora no. (Web: parmenasradio.org).