Las compañías de seguro nunca pierden

8 marzo, 2021 8:40 pm

«Mejor tener y no necesitar

que necesitar y no tener»

Franz Kafka

 

Una de las frases célebres de la gente es que «hay que contar con un seguro y no usarlo», como indica el epígrafe, escrito por Franz Kafka, abogado del siglo xx de una compañía de seguros en la república de Checoslovaquia, hoy nación desaparecida; escritor, sobre todo, de unas de las novelas más emblemáticas de nuestros tiempos (El proceso y El castillo), al grado de que el término de «kafkiano» ya ha sido reconocido por la Real Academia de la Lengua Española, y que consiste en: «Dicho de una situación: Absurda, angustiosa».

Y esto es lo que sucede en las compañías de seguros, donde hay seguros para todo y de todos los colores y bolsillos. Con todo, son, sobre todo, instituciones eminente y puramente financieras; desde luego, tienen un fin de lucro, es decir, de obtener ganancias por los seguros que contratan, los cuales no son solamente los seguros a los ciudadanos de a pie (como los seguros médicos, los de vida o los de accidentes de vehículos), sino que abarcan los seguros de las instituciones públicas, de las naciones. Tal es el caso de los seguros por siniestros, por el movimiento de los precios de algunos productos, por el resguardo en museos, por las instalaciones de seguridad, etc. Toda una serie de seguros, muestra de nuestros tiempos: contar con la mayor certidumbre posible en nuestras acciones y los sucesos que se presenten.

Precisamente por ello, también, como muestra de nuestros tiempos, las compañías de seguros están prestas para atender a sus clientes y a sus prospectos de clientes, particularmente, cuando éstos requieren hacer efectivos esos seguros contratados. Y es aquí cuando se activa de mejor forma ese término de «kafkiano», pues es una muestra de la burocracia que se veía en el siglo xix de un servicio efectivo y estandarizado; servicio que, a partir del siglo xx y, sobre todo, en nuestro tiempo, es una burocracia que se observa y percibe como una serie de trámites administrativos interminables, que no tienen razón o finalidad alguna (quizás por esto, este autor europeo pudo hacer sus obras literarias de forma tan extraordinaria, al estar viviendo y laborando en compañías de seguros). Se hace tan interminables los seguros, los servicios, los trámites, los procesos, que cualquiera se desespera, se cansa, busca otra alternativa y, por ende, no exige el seguro que contrató.

Desde luego, parece ser que este mal no es local, sino global. En todos los ámbitos siempre hay una complejidad para que el cliente termine con el trámite respectivo en las compañías de seguros. Los últimos o el último de los requisitos, documentos, informes, datos se hacen verdaderamente complicados, tanto como para impedir la finalización del reclamo. 

Esta posición de las compañías de seguros es una lógica elemental, pues son compañías que tienen un fin de lucro. Por lo cual, estas instituciones, a diferencia de los órganos del Estado (que no tienen ese fin lucrativo), deben cuidar y velar por los intereses de la empresa y no del derechohabiente. De modo que lo que debe ser y lo que las aseguradoras exigen en su cumplimiento están en dos mundos muy apartados. En consecuencia, atendiendo a que el beneficiario o cliente está en una postura y en la otra la aseguradora, además de que «las compañías de seguro nunca pierden», se debe de concluir que los primeros actos kafkaianos que se originaron en el mundo, son precisamente los procesos que se abren con las aseguradoras. (Web: parmenasradio.org).





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