¿Hacia dónde vamos México? (Tercera parte)
Rubén Nelson en “Ilusiones del hombre urbano”, publicado por el gobierno canadiense, dice: “Podemos elegir entre el proceso doloroso pero autoconfirmante de llegar a saber quiénes somos y dónde estamos (…), y la alternativa inmensamente atractiva, pero finalmente vacía, de dejarnos ir a la deriva, actuando como si supiéramos lo que estamos haciendo, aunque allá en el fondo sabemos y sentimos que no es así (…). Tanto en política como en otro tipo de relaciones, podemos engañarnos a nosotros mismos y podemos construir en torno nuestro la realidad, de forma que el interés primordial quede centrado en el propio confort más que la verdad…”
Me duele lo que estamos viviendo en el país, por un lado esta terrible pandemia que nos azota y que nos arrastra como seres indefensos y miedosos, constreñidos a una “política de decretos gubernamentales”, basados las más de las veces en datos y estadísticas burocráticas y no reales, que está secando materialmente la economía; y por otro una delincuencia organizada que prácticamente se ha apoderado del país en muchas zonas, debido indefectiblemente a la ausencia de gobierno y de autoridad.
Mucho se habla en las tribunas gubernamentales de las acciones y estrategias de la recién instaurada Guardia Nacional, que por lo menos en Puebla se ha concretado a combatir a la delincuencia ordinaria y a las mafias de vendedores de droga, olvidando el robo a gran escala en los ductos de Pemex (huachicol) y el gas natural, así como el combate frontal a las bandas de la delincuencia organizada.
Las estadísticas del 2020 son contundentes y aterradoras: 98 personas en promedio asesinadas todos los días; 4 nuevos homicidios o feminicidios cometidos cada hora o un nuevo crimen cada quince minutos en el país. La última actualización de la Estadística de Incidencia Delictiva, publicada por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), con datos al cierre de noviembre del 2020, arrojó un total de 32,759 víctimas de asesinatos en el país, entre homicidios y feminicidios.
Por lo que se refiere a la pandemia, a nivel nacional se contabilizó al 15 de marzo de este año la cantidad de 195,908 muertos y 2´175,402 contagiados, y Puebla a la misma fecha suma ya 10,255 defunciones y 76,029 casos positivos acumulados, siendo Puebla capital la de más alta incidencia.
Con esta estadística México se convierte en el tercer país del mundo con más fallecidos por la enfermedad, superando a la India. Y esto es lo que nos dicen oficialmente, existiendo grandes dudas y confusiones, por la veracidad de las cifras. Por ejemplo, de enero a agosto del año pasado el Inegi reportó 108,658 decesos por Covid-19 y la Secretaría de Salud manifestó sólo 64,000.
Gente conocedora del tema ha manifestado que habría que multiplicar por tres o cuatro los casos reales de defunción en el país. La realidad es que el Covid-19 es ya la segunda causa de defunción en México, únicamente superada por las enfermedades cardiacas. Y para los que se encuentran en una edad productiva entre 35 y 65 años de edad, el virus es la primera causa de muerte.
Con estas cifras es evidente que el manejo de la pandemia ha sido desastroso, y como lo llegó a afirmar la Dra. Laurie Ann Ximénez, microbióloga y doctorada en Ciencias Médicas por la Universidad de Harvard, en su libro “Un daño irreparable. La criminal gestión de la pandemia en México”, resulta criminal, afirmando que “Las autoridades sanitarias, no es que no hayan sabido qué hacer con la pandemia, es que tomaron la decisión de no hacerlo”.
El daño en la salud y en la economía a causa de la pandemia es aterrador e incalculable. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) predijo que México pasará de 11.1% a 15.9% de personas en extrema pobreza, y esto es sólo una arista de la dimensión de esta terrible tragedia que estamos viviendo.
Continuaré.