Internacional

Caracas, “edén” de los colibríes

31 julio, 2022 6:10 pm
AFP

Caracas, Venezuela.- De niña, Enma Pescador se sentaba con su abuela a contemplar los colibríes que chupaban flores en el patio de su casa en el interior de Venezuela. Ahora recibe a cientos en su jardín en Caracas, considerada un “edén” para estas aves.

Ella ha visto al menos 26 de las 35 especies identificadas en Caracas y sus adyacencias desde que comenzó a poner bebederos hace unos 10 años, inspirada en aquellas tardes con su abuela.

La escena es surrealista: bandadas de colibríes, que se desplazan a entre 50 y 120 km/h, se apoderan del espacio. Son tantos que el zumbido que emiten al batir las alas se escucha nítido.

Los bebederos se llenan de veloces aleteos azulados, violeta, verde, naranja, cobrizos, fucsia, rojizos… Sus tonalidades varían según la luz que reciben.

Suelen darse feroces peleas entre estos pequeñines territoriales cuyos desafiantes movimientos los asemejan a diminutos aviones caza.

Pero conforme se acerca la noche se concentran más en alimentarse.

Unas 100 especies han sido documentadas en Venezuela, según el naturalista Alberto Blanco Dávila, de los jardines ecológicos Topotepuy, donde estudian su comportamiento y los reciben en bebederos.

Pescador, que se inició en la fotografía con una cámara de su hijo, ha captado momentos tan íntimos como una madre alimentando a su cría, que comparte en su cuenta en Instagram con más de 12.000 seguidores.

En promedio, destina unos tres kilos de azúcar por día que mezcla con agua y deposita en múltiples bebederos. De un kilo obtiene cinco litros de néctar y en los meses de migraciones, que van de mayo a julio, duplica la cantidad.

Los mantiene limpios para evitar la proliferación de hongos nocivos, y es cuidadosa en la preparación del néctar, del que necesitan tomar tanto como puedan sobretodo en la tarde, el momento de mayor frenesí.

Con un metabolismo 77 veces superior al de un humano promedio, gastan tanta energía durante el día, que por la noche entran en un estado de “sueño profundo” o “entorpecimiento”, semejante a una hibernación de “muy corta duración”, detalla Blanco Dávila.

Pescador, una ama de casa que se dedicó al jardín cuando sus hijos emigraron, ha rechazado su oferta de llevarla fuera de Venezuela. “Esto no lo tendré en ningún otro lugar”, dice sonriente.





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