Ya crecimos
Irma Sánchez
Desde las cúpulas del poder se empeñan en seguir viéndonos “imberbes” y nos quieren seguir tratando, como en el siglo pasado, infantiles, tontos y caprichosos.
¡Qué error!
Resulta que los enanos ya crecimos, ya tenemos una visión y criterio propio, tenemos la lucidez y la capacidad de discernir.
Por eso molesta la forma en la que desde palacio nacional mueven la sucesión presidencial y esto al interior de la corriente política del presidente.
Todo se mueve como si se tratara de la única fuerza política, aun reconociendo que las opciones para competir son débiles y parecieran inexistentes, por el momento.
Molesta observar una descarada cargada que de entrada nos cuesta y obliga a sacrificar programas como los de atención a enfermos en etapa terminal.
Molesta ver como todos se van alineando y hasta los supuestos contrincantes movidos por la misión de dividir a los votantes a cambio de mantenerse en el poder inmunes y con la seguridad de seguir ganando posiciones a la hora de repartirse el pastel
Se avanza, pero más bien se dan pasos firmes de un retroceso, frente al ojo vigilante de una sociedad que ya sabe tomar decisiones y acepta “tomar” (recibir becas y pensiones) sin ningún compromiso a cambio (como el de un voto seguro).
Ya crecimos.
Y la apertura y múltiple oferta de información a través de las redes, enriquece la información y también la desinformación.
Hoy, en el arranque de la campaña dentro la primera fuerza política, las preguntas se multiplican:
¿Qué se busca?
Dentro de Morena abiertamente se ofrece “continuidad” es decir, prolongar el manejo político del presidente.
Esto quiere decir que las famosas corcholatas ¿no son capaces de ofrecer nuevos proyectos?
¿No deben de salirse de la línea?
¿Futuro a ciegas?
Las preguntas se acumulan. Y la respuesta la tienen los actores políticos.
Usted y yo, veremos, y decidiremos en su momento.
Por hoy seguimos a pan (con becas y pensiones) y circo (con el jaleo que se da entre las corcholatas) que todo apunta a que, una vez más, puede darse un albazo, el cual hoy se puede abortar, a diferencia de los anteriores.