Opinión

Like

20 septiembre, 2024 8:00 pm
Eduardo Pineda

Desde la aparición de las tablillas en Sumeria y Mesopotamia, pasando por las inscripciones jeroglíficas de Egipto, los papiros de Alejandría, los libros copiados a mano en las abadías medievales, la imprenta de Gutenberg, la máquina de escribir, la computadora con procesadores de texto, hasta llegar a las redes “sociales” cibernéticas, el ser humano ha demostrado tener una inherente necesidad de comunicarse por la vía escrita y pictográfica. 

Tal es el caso, por ejemplo, de los medios de información que han transitado por un largo camino de transformación: la prensa escrita que persistió pese a la aparición de la radio y está a la televisión, siendo que las tres parecían entrar en desuso por la velocidad y cantidad de contenido en la internet. Hoy, los cuatro medios coexisten, aunque sus públicos están divididos desproporcionadamente.

Sin embargo, los medios digitales, que hoy privan por encima de los demás, han abierto una importante y riesgosa oportunidad para que las personas entren en comunicación sin el filtro que el contacto personal representa en la elección de amigos y allegados. Es suficiente un “hola” para entablar comunicación a distancia y unas simples fotos, que no siempre son reales, parecen bastar para adquirir confianza con quien está detrás del otro dispositivo. Las llamadas “redes sociales” minimizan el significado de la amistad y exponen a múltiples escenarios a los usuarios que cada vez se conforman más y más por niños y adolescentes.

El alud de información que corre por internet que, dijera Carlos Fuentes, paradójicamente ha generado a la sociedad más desinformada en la historia reciente; era, en principio, una excelente oportunidad, pero, se ha descarriado por ser al mismo tiempo un caudal de consumismo y entretenimiento barato. Lo cual no significa que no existan contenidos de calidad, pero ciertamente, en proporción, son mucho menos.

De manera que, es importantísimo formar a los niños y jóvenes con una postura crítica ante las “redes sociales”, vigilar el uso de las mismas, privilegiar ante todo la verdadera comunicación interpersonal, no permitir que se sustituya la conversación cara a cara con un “chat” ni la expresión de las emociones con “emojis”. Abandonar la idea errada de que la popularidad y aceptación social depende del número de “likes” y enarbolar la autoestima a través de las expresiones artísticas, deportivas, académicas y sociales.

Ante esta titánica tarea, dos personajes emanados de la literatura clásica infantil, bajo el nombre de “Tita” y “El Lobo”, narran una historia donde la pequeña niña es engañada por el astuto lobo que representa la falsedad de las redes sociales. Así mismo, nos muestran con sus representaciones escénicas la dificultad que representa para una niña hacer amigos en un mundo sumergido en la inmediatez de la modernidad.

Tita y El Lobo son los portavoces de una realidad que abraza a las infancias y juventudes del mundo, una realidad que ahoga en la superficialidad y vanagloria el valor que las nuevas generaciones se dan a sí mismos. Urgen, a través del arte escénico, a la sociedad a corregir el rumbo, a regresar a lo esencial, volver a lo básico y construir de nuevo una sociedad de Homo sapiens y no un conjunto de individuos anestesiados ahora bien denominados Homo digitalis. “Si te gustaron estas líneas, si te hicieron pensar y reflexionar, no le des like, mejor, escríbeme, como antes, como siempre…”





Relacionados

Le podría interesar
Close
Back to top button