
Navidad en Japón: Celebración familiar distinta; la sorprendente historia de KFC
Una Navidad distinta a la que conocemos.
Alejandro Kasuga
Cuando pensamos en Navidad desde una perspectiva mexicana, vienen a la mente imágenes de reuniones familiares numerosas, posadas, piñatas, villancicos, intercambios y una profunda raíz religiosa.
En México, la Navidad es una tradición que mezcla espiritualidad, unión familiar y fiesta. Sin embargo, al mirar hacia Japón, encontramos una realidad completamente distinta: la Navidad no es un día feriado, no está asociada a prácticas religiosas masivas y, aun así, se ha convertido en una fecha importante en el calendario social japonés.
En Japón, menos del 1% de la población es cristiana, por lo que la Navidad no llegó como una celebración religiosa, sino como un concepto cultural influenciado por Occidente durante la segunda mitad del siglo XX. Y, precisamente por no tener arraigo religioso, la sociedad japonesa la adaptó a su propio estilo de vida, convirtiéndola en una celebración ligera, familiar y orientada a la convivencia más que a un ritual profundo.
Una celebración familiar sencilla, pero significativa
Mientras que en México la cena del 24 es un gran evento familiar, en Japón las familias celebran de una forma mucho más discreta y práctica. La razón principal es que el 24 y 25 de diciembre no son días de descanso, por lo que la mayoría de las personas trabajan con normalidad. Esto hace que la celebración se concentre en la noche del 24, pero con un enfoque muy diferente al nuestro.
En lugar de reuniones extendidas o cenas elaboradas, las familias japonesas prefieren una celebración íntima y sencilla. Por ejemplo:
– Los niños suelen recibir un solo regalo, entregado por Santa-san, una adaptación japonesa de Santa Claus.
– No existen intercambios masivos ni compras desbordadas.
– La familia se reúne para compartir una cena que muchas veces es práctica y fácil de preparar.
– La decoración navideña se disfruta más en las calles, centros comerciales e iluminaciones públicas que dentro del hogar.
Aun con esta simplicidad, la fecha tiene un significado emocional especial: representa un momento de pausa en medio del final de año, una oportunidad para agradecer, convivir y disfrutar de un ambiente festivo influenciado por la luz, la música y la estética navideña que Japón ha adoptado con maestría.
El pastel navideño: un símbolo japonés
Uno de los elementos más característicos de la Navidad en Japón es el famoso “Christmas Cake”, un pastel blanco cubierto de fresas. A diferencia de México, donde el panettone italiano o el pavo dominan diciembre, en Japón este pastel se ha convertido en un símbolo de prosperidad, pureza y celebración.
Las pastelerías y supermercados venden miles de estos pasteles cada 24 de diciembre, y para muchas familias es casi obligatorio incluirlo en la mesa. El pastel no solo es delicioso; representa el estilo de Navidad japonés: accesible, bello, práctico y visualmente festivo.
El protagonista inesperado: KFC
Quizá el aspecto más sorprendente para quienes visitan Japón en estas fechas es descubrir que una de las cenas más populares de Navidad es el pollo frito de KFC. Las filas de clientes pueden extenderse por varias cuadras, y miles de familias reservan su “Christmas Bucket” con semanas de anticipación para asegurar su cena del 24.
¿Cómo llegó una cadena estadounidense de comida rápida a convertirse en un símbolo navideño japonés? La historia es un caso extraordinario de estrategia empresarial.
La campaña que creó una tradición nacional
En 1970, poco después de la apertura de los primeros KFC en Japón, un gerente escuchó a unos extranjeros comentar que extrañaban comer pavo en Navidad, una tradición occidental difícil de reproducir en Japón debido a la escasez y alto costo del pavo. La observación fue la semilla de una idea poderosa: si Japón no tenía un platillo típico para Navidad, el pollo frito podía ocupar ese lugar.
En 1974, KFC lanzó su campaña nacional “¡En Navidad, KFC!” La estrategia incluyó publicidad emocional, música navideña, paquetes especiales y una narrativa que presentaba el pollo frito como la alternativa moderna al pavo tradicional. El mensaje fue tan claro, tan práctico y tan bien alineado con la cultura japonesa que la costumbre se arraigó rápidamente.
Hoy, casi cincuenta años después, la campaña sigue siendo un éxito rotundo:
– El 24 de diciembre es el día más importante del año para KFC Japón.
– En solo dos días se genera aproximadamente el 5% de las ventas anuales de la cadena.
– Reservar un bucket de Navidad se ha vuelto parte del ritual familiar.
KFC no solo vendió pollo: creó una tradición en un espacio cultural vacío.
Una lección empresarial y cultural
Lo fascinante de la Navidad japonesa es que nos muestra dos cosas:
Primero, que las culturas pueden adoptar tradiciones externas y reinterpretarlas a su propio estilo, sin perder identidad. Japón tomó símbolos occidentales —luces, Santa Claus, pasteles, cenas especiales— y los transformó en algo funcional a su sociedad: práctico, estético y centrado en la convivencia.
Segundo, que las empresas pueden convertirse en parte de esas tradiciones cuando entienden profundamente al consumidor. KFC identificó una oportunidad cultural, creó un ritual sencillo y lo repitió hasta que se volvió costumbre nacional.
Reflexión final
La Navidad en Japón no es religiosa ni familiar en el sentido occidental, pero sí es una fecha que une, ilumina y alegra. Su manera discreta y práctica de celebrarla nos recuerda que las tradiciones pueden nacer, cambiar y adaptarse, siempre que respondan a una necesidad emocional o social.
Y el caso de KFC es un ejemplo perfecto de cómo una buena estrategia —cuando respeta el contexto y se alinea con la cultura— puede trascender su intención comercial para convertirse en parte de la vida cotidiana de un país entero.
En un mundo donde las culturas se mezclan cada vez más, quizá la Navidad japonesa nos enseña que lo importante no es la forma en que celebramos, sino la capacidad de encontrar momentos de unión, gratitud y cercanía, incluso alrededor de una cubeta de pollo frito.






