Opinión

Al día siguiente

2 junio, 2025 5:58 pm
Irma Sánchez

Un día después del ejercicio electoral judicial, surgieron muchas preguntas y pocas respuestas, o más bien, respuestas reiterativas.

La participación del 13 por ciento del electorado dejó satisfechos a unos, eufóricos a otros, y a todos con muchas dudas.

Se recordó aquella metáfora del vaso medio lleno o medio vacío. En este contexto, me encantó la respuesta de la diputada Ñora Merino, quien dijo: “Medio lleno y cargado de ilusiones por lo bueno que viene, por lo que está por ocurrir.”

Al final de cuentas, como mexicanos debemos asumir el reto de entrar a una nueva fase en nuestro país, con el compromiso de sumar y superar diferencias para seguir construyendo una nación fuerte, que debe enfrentarse al enemigo que está afuera y que pretende apoderarse de todo: nuestro territorio, nuestro futuro e incluso nuestra estabilidad.

Los especialistas ya lo han advertido: México se mueve dentro de una economía técnicamente preocupante, con un claro riesgo de decrecimiento que apunta hacia una recesión.

Sin embargo, en el día a día, las cosas no resultan tan desesperantes. Hay contrastes, sí, pero también muchas oportunidades si logramos cerrar filas como sociedad. Mientras tanto, otros siguen reinventando un país que —en la plaza pública y en el discurso— parece único e insuperable, en contraste con la realidad que enfrentamos quienes estamos fuera de las esferas del poder, que, según coinciden muchas voces, “cada vez son más difíciles de alcanzar”.

La política —aquí y en todo el mundo— tiene rasgos similares. Podríamos mencionar a Donald Trump, Putin, Netanyahu: figuras que, para muchas personas, llegaron al poder con fuerza… pero que, a los pocos días, parecían haber enloquecido.

Hace seis meses, en nuestro país, llegó una mujer a la Presidencia. Hubo entusiasmo, esperanza y mucho orgullo para la mujer mexicana.

Pero en este corto lapso, no ha podido escapar de la tentación del poder, y hoy empieza a enviar señales que desconciertan. Todo esto en un contexto en el que las derrotas electorales estuvieron presentes en dos entidades clave, y la baja participación en las elecciones judiciales contrasta con su lectura oficial eufórica del proceso.

La política es terrible: incluso al más fuerte, puede terminar por enloquecerlo.





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