Con la sociedad todo, sin ella, nada
Eduardo Pineda
Es menester que los habitantes de una población participen activamente en la toma de decisiones, de lo contrario, aquello que se haga o se deje de hacer quedará a expensas de los intereses de aquellos que nos gobiernan y de quienes ejercen presión desde las esferas empresariales, religiosas e incluso delincuenciales. En un escenario desolador en términos políticos como el que ofrece un país como el nuestro, y, después de haber experimentado supuestas corrientes políticas diferentes en las últimas tres décadas, pudimos constatar sin temor a equivocarnos que no podemos depender de uno u otro partido político para resolver los problemas más arraigados de México, por el contrario, hemos visto de manera fehaciente que las supuestas transiciones de poder únicamente son un parapeto, un maquillaje para perpetuar en los puestos privilegiados de la política mexicana a las mismas personas disfrazadas con colores diferentes.
Ante una realidad de esta naturaleza, concluimos que la única vía posible es la participación social en la toma de decisiones. Sin embargo, no basta con opinar, proponer y hacerse escuchar, es necesario organizar a la población para generar opiniones y propuestas viables y argumentadas desde la academia y la praxis. Esta labor de organización deberá contemplar en todo momento que cada individuo, derivado de los malos hábitos cultivados en un país del tercer mundo, por lo regular velará por intereses personales y no colectivos. Difícilmente establecerá propuestas desde la empatía y la solidaridad y, por el contrario, buscará satisfacer sus necesidades individuales. Por ello, antes de iniciar la organización de la población con miras al planteamiento de proyectos que permeen a la sociedad e incidan en las esferas gubernamentales, es importantísimo crear conciencia en los integrantes de la sociedad y trabajar en el desarrollo de una visión global, colectiva y comunitaria.
Así, los resultados de las organizaciones y asociaciones civiles tendrán éxito y éste abarcará las necesidades presentes y futuras de la comuna, se impedirá que las organizaciones sociales sirvan como trampolín para oportunistas que ambicionan puestos de gobierno y mantendrán la mira puesta en los objetivos iniciales de dichas agrupaciones.
Como podemos ver, la organización de los gobernados para influir en los gobernantes, no es tan fácil, por ello es admirable y digno de celebración que existan hombres y mujeres dispuestos a trabajar en el día a día por la construcción de una sociedad más justa, equitativa, armoniosa y pacífica.
Antonieta Carmona ha demostrado un trabajo arduo en esta labor, desde la presidencia del Consejo del Bienestar del Ayuntamiento de la ciudad de Puebla, trabaja en la organización de los habitantes de la capital poblana, siempre bajo la premisa de la justicia y la igualdad.
Claro ejemplo de ello ha sido su participación en las actividades en pro de las infancias y del medio ambiente.
Eduardo Pineda