Defensa vulnerable y mentalidad de acero, las dos caras de Francia
La selección francesa, al principio vulnerable y sin ser capaz de tomar la iniciativa ante Bélgica (triunfo 3-2), fue capaz de recuperar su mejor versión para remontar y clasificarse para la final de la Liga de Naciones, el domingo ante España.
Enfrentarse a la primera nación de la clasificación FIFA, una máquina de golear imparable desde la semifinal del Mundial de Rusia 2018 perdida ante los ‘Bleus’ (1-0), era un test de calado para la defensa tricolor, impresionante en el título planetario de hace tres años, pero punto débil en los últimos meses.
A excepción de la victoria 2-0 ante Finlandia en septiembre, Francia ha encajado al menos un gol en sus siete últimos partidos, siempre el primero que subió al marcador.
Su seleccionador, Didier Deschamps, reconoció que su equipo “sufrió y se dejó hacer demasiado al final de la primera parte”. “Comenzamos a recular, a estar demasiado pasivos”, añadió el capitán, Hugo Lloris.
A esto hay que sumar los errores individuales y un sistema de juego -cinco defensas, tres centrales y dos carrileros- que todavía no está completamente asimilado.
– Obras pendientes –
Lloris atrasó el 1-0 en contra con una parada increíble ante Kevin De Bruyne (4), pero luego no dio su mejor versión en los dos goles belgas, ambos desde ángulos cerrados, que podría haber despejado si hubiera dejado menos espacio, a pesar de que los rematadores fueron jugadores de la clase de Yannick Carrasco y Romelu Lukaku.
El primer tanto belga vino propiciado por un marcaje poco estricto de Benjamin Pavard, lateral derecho convertido en carrilero.
El segundo se produjo cuando Lukaku aprovechó una grieta entre los hermanos Hernandez, Lucas (defensa central) y Theo (carrilero), en la izquierda, antes de encañonar al arquero.
Ahora Francia jugará por el título ante España, que ha marcado 17 goles en sus últimos siete partidos.
– Espectacular reacción –
Contra Bélgica, Deschamps encontró la forma al descanso de incitar a sus jugadores a levantar dos goles en contra, algo que no lograba desde sus inicios en la selección en 2012.
“Tuvo las palabras justas al descanso, hubo un análisis claro de la situación”, dijo Lloris. “En el vestuario sentimos una energía que ni yo puedo explicar”, añadió Paul Pogba.
Deschamps prefirió hablar del “mérito de los jugadores”: “Cuando hemos tenido situaciones complicadas como esta, siempre encontramos motivación, fuerza del carácter, además de la calidad, para invertir la tendencia”.
Los principales protagonistas de la revuelta fueron Antoine Griezmann, Karim Benzema y Kylian Mbappé, el ‘triángulo de oro’ tan esperado, titular por octava vez y por fin convincente.
“Estuvieron por todos los sitios y provocaron que los belgas cometieran muchos errores”, señaló Deschamps. “Tuvimos una actitud más mordaz”, añadió el segundo capitán francés, Raphael Varane.
Tras una Eurocopa decepcionante especialmente en la eficacia, Mbappé brilló con sus regates y pases, a la imagen del que ofreció para Benzema en el primer gol.
Además cazó sus demonios al marcar el 2-2 de penal, tres meses después de haber fallado en la tanda decisiva ante Suiza, en la eliminación en octavos de la Eurocopa.
En cuanto a Griezmann, provocó el penal de Mbappé y lanzó a Pavard, pasador en el tanto decisivo de Theo Hernandez, además de aportar su habitual trabajo defensivo, convirtiéndose en un tercer medio cuando los ‘Bleus’ retrocedían.
“Sabemos que cometimos un error contra Suiza (dejarse remontar tras ir ganando 3-1) y estamos aquí para volver a mostrar que tenemos la capacidad de ganar a cualquier equipo”, señaló Griezmann, que en la final de la Liga de Naciones disputará su 100º partido como internacional.