Diez años de indignación

25 enero, 2021 8:02 pm

«Sin vivienda no hay viviendo».

«Se alquila esclavo económico».

«Sin miedo habrá futuro».

«Más educación, menos corrupción».

Frases del 11 de mayo de 2011.

Puerta del Sol,

Madrid, España.

En este año 2021, se conmemorará el 15 de mayo, particularmente diez años del movimiento de aquellos jóvenes españoles que se propusieron, de forma pacífica, iniciar una serie de protestas para rechazar las políticas públicas y económicas de sus tiempos, cuando la esperanza fue cambiada por el miedo y cuya única posibilidad era la subsistencia, sobre todo después de la crisis económica del denominado «08» en Europa y en Estados Unidos de América.

Estos jóvenes tomaron, pacíficamente, las plazas públicas sentándose en ellas con pancartas y manifiestos y esperando que las autoridades los vieran y, sobre todo, los escucharan decir: «Sin vivienda no hay viviendo», «Se alquila esclavo económico», «Sin miedo habrá futuro», «Más educación, menos corrupción»; todos ellos gritos desesperados por la necesidad de un cambio de vía —a decir del profesor francés Edgar Morin— tanto política como económica.

El movimiento se denominó 15-M, allá en España, porque inició el 15 de mayo de 2011. Ahora bien, no sólo se desarrolló allí, sino que se extendió a todo el mediterráneo. Razón por la cual, se volvió un movimiento preocupante para las élites políticas y, sobre todo, económicas. Por su parte y como consecuencias de ese movimiento, en Estados Unidos se desprendió un movimiento contra las empresas financieras. Además, también llegó a países de África del norte y aquí en México tuvo influencias para lo que sucedió posteriormente con el denominado «Yo soy 132», que objetaba el sistema político mexicano en 2012 en plenas elecciones presidenciales; lo que tuvo repercusiones tales que causó, para 2013, la reforma constitucional en materia electoral, con la que, sin embargo, el poder político impuso, penosa y dolorosamente, la re-elección de ciertos cargos públicos; hecho que, evidentemente, causará muchas y fatídicas consecuencias en nuestra población, pues nuestra nación tiene una memoria histórica de que la re-elección es un signo de violencia, guerra y muerte. Esperemos que esto no suceda y antes se corrija el camino con una reforma constitucional que evite la re-elección.

Estos movimientos sociales pacíficos, como es el caso del de los indignados, demuestran que la efectividad de los derechos humanos, por muy naturales que sean, depende de las luchas de la sociedad contra el poder; pues, de lo contrario, no hay posibilidad alguna de que ellos se cristalicen en la población, si consideramos, por ejemplo, el constante rechazo de su efectividad por parte del Estado y del poder económico, que han llegado al grado de sostener que ellos también tienen derechos —lo cual es, verdaderamente, un absurdo—; tanto que recientemente han llegado a justificar, en muchos discursos, leyes y sentencias, que el Estado cuenta con el derecho de seguridad jurídica o a darle prioridad a los derechos económicos de los grandes consorcios, monopolios, etc., dejando a un lado los derechos de la propia población, de los simples ciudadanos de a pie, de los pueblos de origen, del medio ambiente, que está sumamente deteriorado.

Por ello, este año de 2021, hay que poner nuevamente en la mesa a aquellos jóvenes de hace diez años que se postraron en las plazas públicas y provocaron, por lo menos, con su indignación, una mayor apertura en las democracias de algunos países. Posiblemente, la tarea pendiente es hacer efectiva esa indignación ante los poderes económicos, a los que el profesor Luigi Ferrajoli denomina «poderes salvajes», que son los monopolios y oligopolios que gobiernan los países; aquellos que hoy son los propietarios de los laboratorios y la industria farmacéutica y que están viendo una oportunidad de negocio en las vacunas que han puesto a la venta en el mercado mundial para combatir la pandemia. Por ello, a nosotros los indignados actuales no nos pueden quitar de la cabeza que, así como la vacuna fue producida en un laboratorio, de la misma forma fue inventado el virus por esos oligopolios (por lo menos, ya hay voces oficiales que así lo dicen, como es en el caso de los tribunales de Perú). (Correo electrónico: consultas@ccapuebla.com; web: parmenasradio.org).





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