El dilema de las clases presenciales
¿Qué nos depara la tercera ola de COVID-19 en Puebla? Veamos las anteriores.
El COVID-19 llegó a Puebla vía Europa y Estados Unidos. Muy pronto se diseminó la enfermedad y dejó de importar cómo estaban siendo los contagios ante la vorágine de casos y muertes.
Nos cuestionamos la capacidad instalada de la salud pública y criticamos las medidas preventivas difundidas por la secretaría de Salud federal que fue errática e inconsistente, sobre todo con respecto del cubrebocas. La segunda ola afectó duramente a la población que no pudo recluirse en casa.
Es decir, todo aquel que trabaja en comercio y servicios de manera informal, como oficios y ventas (no sólo el ambulante) fueron los más afectados.
Pronto llevaron el virus a sus casas y eso marcó, además del comercio informal, un parteaguas de contagios.
Pero en este caso, la tercera ola del COVID-19 está afectando clara y principalmente a los jóvenes que han abandonado las medidas preventivas. ¿Qué nos depara sí vuelven a las aulas en agosto y septiembre? Los protocolos sanitarios en escuelas están dispuestos y afinándose día a día por la SEP.
Pienso que ese será un espacio de menor riesgo; lo más complejo podría ser el traslado a la escuela y el regreso a casa. El transporte público puede ser foco amplio de contagios si no extreman las precauciones.
Pero es una realidad que sí en el año escolar anterior el rendimiento y aprovechamiento escolar fue mínimo y el ánimo social es de estrés, es imposible mantenerlos en casa.
¿A dónde está el reto? En los hogares. Que hagan conciencia de los riesgos, porque aún no se vacunan de 40 años para abajo y a muchas personas aún nos faltan segundas dosis. Que nos agarren confesados.
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