Empoderamiento social: clave del desarrollo forestal sustentable de México

10 febrero, 2021 8:31 pm


De acuerdo a datos de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), México se ubica en el lugar número 5 —detrás de Brasil, Colombia, China e Indonesia— en el grupo de los 17 países megadiversos del mundo que, en conjunto, alojan el 70% de la biodiversidad de todo el planeta, de la cual nuestro territorio alberga, según estimaciones, alrededor del 12%.

Parte de esa riqueza natural son los aproximadamente 64 millones de hectáreas de bosques y selvas que abarcan el 32% del territorio nacional. Se trata de una vasta riqueza natural cuya conservación constituye uno de los grandes retos medioambientales de nuestro tiempo.

¿Cómo garantizar que el aprovechamiento sustentable de esta riqueza natural contribuya a superar los problemas de marginación y pobreza que padecen los legítimos propietarios de estos recursos naturales? En otros términos, ¿cómo preservar y proteger nuestros bosques y selvas y, al mismo tiempo, garantizar condiciones de bienestar a quienes los habitan y viven de ellas?

La actualización en 2018, de la Ley General de Desarrollo Forestal Sustentable —que no había sufrido modificaciones desde 2003— armonizó dicho ordenamiento con la Ley General de Cambio Climático y la Ley Federal de Responsabilidad Ambiental, con el objetivo de proteger y conservar nuestra riqueza natural. De igual forma, el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024, incluye diversos objetivos y acciones de política pública, orientadas a preservar nuestro patrimonio forestal mediante el mejoramiento de las condiciones de bienestar de las comunidades que habitan nuestros bosques y selvas.

En congruencia con dichos ordenamientos, en mi calidad de diputado federal, el año pasado presenté una iniciativa de reforma a la Ley General de Desarrollo Forestal Sustentable con el objetivo de armonizar y dar coherencia a las diferentes disposiciones legales que rigen la planeación del desarrollo forestal, así como fortalecer las labores de registro y vigilancia forestal a cargo de los legítimos poseedores de estos recursos que son parte esencial de la riqueza natural con la que cuenta el país.

Riqueza natural que, hoy más que nunca debemos cuidar y proteger. No solo de la amenaza del cambio climático —2019 fue el año más caluroso del que se tenga registro, con su consecuente ola de incendios forestales y derretimiento glaciar— sino también de la deforestación y degradación de los suelos derivadas de las actividades de subsistencia de las comunidades que los habitan.

No olvidemos que nuestro país ocupa el quinto lugar en tasas de deforestación a nivel mundial. De acuerdo con datos de la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR) se estima que en el periodo 2001-2018 se perdieron en promedio 212 mil ha al año. El valor mínimo de deforestación ocurrió en el año 2001 (79,672 ha) y el máximo en 2016 (350,298 ha).

Las zonas más críticas de deforestación, identificadas por los patrones de incidencia de la deforestación, se localizan principalmente en la Península de Yucatán (Campeche, Quintana Roo y Yucatán), seguido de los estados de Chiapas, Michoacán y Jalisco.

Hace unos días, el pleno de la Cámara de Diputados aprobó el dictamen presentado por la Comisión de Medio Ambiente a propuesta nuestra, para “empoderar” a los legítimos propietarios de los recursos forestales del país. Es decir, a los ejidatarios y miembros de comunidades indígenas; a los pequeños propietarios e integrantes de organizaciones de productores forestales y silvicultores que son los que verdaderamente pueden garantizar la sostenibilidad de los bosques y selvas del país, porque ellos son los que, con la ley de su lado, pueden garantizar el bien común sin comprometer la disponibilidad de los recursos forestales a las generaciones futuras.

Se trata de un paso más hacia la adopción de nuevos esquemas de producción y consumo sostenibles —como el de la Economía Verde, Economía Circular y Economía Solidaria— que nos permitan alcanzar el verdadero desarrollo a partir de la solidaridad y el equilibrio armónico con la naturaleza.

Estoy convencido de que la naturaleza y sus recursos, constituyen nuestros activos principales y de que no puede haber progreso sin equilibrio y sostenibilidad. El cuidado y la conservación de nuestros bosques y selvas constituyen uno de los mayores retos de nuestro tiempo, por lo que debemos actuar desde ahora para salvarlos y preservarlos.





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