Opinión

Identidad regional

4 octubre, 2024 8:01 pm
Eduardo Pineda

Los colectivos humanos suelen apropiarse de diversas expresiones artísticas con el paso del tiempo. No es intencional, es, en cambio, una consecuencia de la identidad que se adquiere tras los fenómenos sociales que les acontecen, por ejemplo, los individuos de otras sociedades que se anexan, las guerras que sufren, la organización social, el comercio, la religión, etc.

Nuestra entidad es rica en expresiones identitarias, somos un cúmulo de símbolos auténticos que nos proveen unicidad respecto a otras ciudades del mundo, ya sea por la gastronomía, donde podemos enlistar al mole poblano, los chiles en nogada, las cemitas, los pipianes, las chalupas, las chanclas, los dulces típicos y un muy largo etcétera; o respecto a la arquitectura donde la Capilla del Rosario, La Iglesia de Santa María Tonanzintla o la de San Francisco Acatepec nos dejan perplejos, el mercado de La Victoria, la Basílica Catedral, la Biblioteca Palafoxiana y otro larguísimo etcétera. También en bellezas naturales como la Reserva de Biósfera de Tehuacán-Cuicatlán, la laguna de Alchichica, el volcán Popocatépetl, los bosques y cascadas de la Sierra Norte y otro largo etcétera más.

Pero, de todas las expresiones humanas y naturales que nos distinguen, sin duda, la joya de la corona es la talavera. Y la razón es simple: todos utilizamos objetos para servir y degustar los alimentos, y éstos se saborean con los cinco sentidos, uno de los principales: la vista. Y ¿existe acaso una mejor forma de emplatar y servir un pipan, unas ricas enmoladas o un chile en nogada que, en un plato de talavera, o hay una forma más hermosa de obsequiar una exquisita colección de dulces de Santa Clara que una vasija de esta cerámica poblanísima?  La respuesta es inmediata y es ¡no! La talavera constituye una de las expresiones más barrocas de nuestra herencia hispana consolidada en el virreinato. Hablar de la Nueva España y su capital comercial Puebla, hablar de la ciudad creada para descanso de los comerciantes españoles, es hablar de la talavera y sus múltiples usos.

A este respecto, son un puñado de familias las que han decidido conservar la tradición de fabricar esta maravilla de la alfarería fina, una de esas familias es la procreada por Don Germán Gutiérrez, un amante de la talavera y promotor incansable de su comercialización y el mantenimiento del estilo que suscribe al arte de la talavera en la pátina de los usos y costumbres que nos hacen inigualables.

Su taller llamado “Celia” fue fundado en 1992, con la mira en preservar la talavera poblana como expresión cultural de identidad regional, lográndolo, de sobra, a través de sus artesanos, que hacen de lo simple un código y un ritual de pureza y belleza.

En la fábrica y ahora también museo de talavera “Celia” se plasman la técnica alfarera y la elaboración de los colores en una amalgama armónica de formas que transmiten admiración. Talavera Celia, intenta dejar su huella de autenticidad local y marcar la diferencia con el resto del mundo, a través de sus piezas y diseños originales.

Don Germán Gutiérrez es el heraldo de la tradición artística que dicta a través de la talavera la historia de los siglos de nuestra ciudad que fue de los ángeles, después de Zaragoza pero siempre de la Talavera.

Heroica Puebla de la Talavera, octubre del 2024.

Eduardo Pineda

eptribuna@gmail.com





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